tag:blogger.com,1999:blog-74813959476158134382024-03-13T07:46:29.852-04:00«Inveracidades» de Hiram Sánchez Martínez<b>Escritor</b>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.comBlogger114125tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-49988296850382305232024-02-19T11:08:00.000-04:002024-02-19T11:08:33.115-04:00Sin blusa en el balneario<p> <span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;">—¿Tiene usted un primo que antes era juez? —me preguntó el hombre que acababa de entrar a mi despacho y sentarse frente a mí.</span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">—Bueno, creo que primo tercero —le respondí, como una vez respondió el gobernador a la prensa cuando arrestaron a ciertos delincuentes con su mismo apellido.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">—Tuve alguna dificultad en encontrar su bufete. Aunque él me dijo el nombre de usted, lo único que dice el letrero suyo allá afuera es «<span style="font-variant-alternates: normal; font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-emoji: normal; font-variant-ligatures: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal;">abogado</span>».<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">—Porque lo que importa no es cómo me llamo, sino que soy abogado.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">El hombre se remeneó en la silla sin mucho convencimiento, y siguió hablando:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">—Es que fui a donde él a consultarle un caso que quiero llevar por infracción de derechos constitucionales y me dijo que el especialista en pleitos contra el Estado es usted.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">—La realidad es que no. Mi sospecha es que como le he estado refiriendo últimamente algunos casos a él, ahora él piensa que debe reciprocar mi desprendimiento profesional refiriéndome casos a mí. Pero, dígame, ¿cuál es el problema jurídico que interesa consultarme?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">En ese mismo instante, retiré mi «legal pad», me eché hacia atrás en la silla y comencé a darle vueltas con los dedos al bolígrafo que sostenía en mis manos, un gesto que siempre hago cuando alguien comienza a contarme una historia inveraz. El hombre procedió a explicarme:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">—Mi mujer y yo fuimos al balneario de Isla Verde el mes pasado y los guardias no le permitieron quitarse la blusa a pesar de que yo pude quitarme la camisa. Y como ella no usa brassiere ni la pieza superior del bikini, pues… —hizo una pausa, supongo que para observar bien mi reacción—. Nos dijeron que eso sería una exposición deshonesta, una infracción al Código Penal. Les contesté que eso sería inconstitucional por ser un discrimen por sexo.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">—Por género, querrá decir.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">—Por lo que sea —refunfuñó algo molesto—. La cuestión es que les dije que más deshonesto sería el G-string que mi mujer traía puesto y nadie en el balneario se sentiría ofendido cuando lo exhibiera. Es más, para que vean a lo que me refiero, les dije, mírenla. Y ahí fue cuando le dije a mi mujer y ella se quitó la falda para que ellos vieran.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">—¿Qué respondieron?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">—Uno de ellos dijo que el G-string sería un agravante a lo de la exposición del pecho descubierto. Así que no tuvimos más remedio que irnos para que no la arrestaran. Y por eso estamos aquí, para que vayamos al tribunal y acabar con tanto discrimen contra la mujer porque si yo puedo bañarme en la playa sin camiseta y con mis pezones y areolas al aire, no veo por qué ella no pueda hacer lo mismo. ¿Podría llevarnos este caso, licenciado?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">—Bueno, ahora mismo tengo mucho trabajo, pero puede regresar adonde ese mismo </span><span style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">primo mío —bueno, creo que primo tercero—, el que antes era juez, y decirle de mi parte que no me refiera más clientes porque es a él a quien siempre le han gustado las causas perdidas.</span><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;"><o:p></o:p></span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-39432939094146545532024-02-10T17:08:00.002-04:002024-02-10T17:08:57.977-04:00El retrato de mi mujer con uniforme<p style="text-align: justify; text-indent: 0px;"><span style="font-size: large;"><span style="text-align: justify; text-indent: 22.5pt;"> </span><span style="text-align: justify; text-indent: 22.5pt;"><span style="font-family: Georgia, serif;">Tengo un retrato de mi mujer con su uniforme de cuando ella iba a la escuela. Podría tener quince o dieciséis años y aunque sé que es ella porque conserva sus rasgos distintivos de su fisonomía adulta, la realidad es que parecería que se trata —la de ahora y la de entonces— de dos personas distintas. A la de entonces —tres o cuatro años menor que yo— me hubiera gustado verla con su falda corta verde monte, su blusa blanca, sus medias bermudas dobladas sobre los tobillos y sus mocasines negros. Sí, me hubiera gustado conocerla en aquella época, incluso porque hubiéramos podido ser novios. Al menos eso creía yo hasta el día en que ella vio una de mis fotos a su misma edad e hizo un gesto de desagrado. ¿Tú dices que hubiéramos podido ser novios de habernos conocido en tu época en la escuela?, me preguntó con cierto retintín cuando se lo dije. Por supuesto, contesté con toda convicción. Con esa facha que tenías no me hubiera fijado en ti y ni siquiera te habría aceptado un piropo, me respondió. No supe qué replicarle. Me hice el desentendido consolándome con que la verdadera razón por la que ella no se habría fijado en mí es porque entonces ella tenía un novio que acaparaba todos sus afectos y ella, debo admitir, es una mujer muy fiel.</span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 22.5pt;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;"><o:p></o:p></span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-18212124518477027462024-01-03T18:08:00.002-04:002024-01-12T10:24:32.691-04:00«Lo que es» no debe ser<p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0in;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 24.533335px;"><span style="font-size: large;">Desde que el 2023 se aproximaba a su fecha de caducidad, comencé a notar el uso y abuso de la frase «lo que es». La expresión inaugural se la escuché al coronel de la Policía, Roberto Rivera, pero después comenzó a propagarse con la furia de los megaincendios de Europa y California. Fue cuando sus briznas encendidas alcanzaron el lenguaje de periodistas radiales y televisivos, que a su vez saltaron a la boca de los entrevistados. ¿O fue al revés? Díganme si no han oído estas lindezas de la expresión oral:<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0in;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 24.533335px;"><span style="font-size: large;">«El cuerpo fue trasladado a lo que es el Instituto de Ciencias Forenses». «El individuo utilizó un cuchillo para cometer lo que es un “carjacking”». «El agente le ocupó encima lo que es un revólver calibre .38». «El juez le impuso lo que es un desacato». Elimínenle la frase «lo que es» y díganme si le falta algo a estas oraciones. Pues, si no hace falta, «lo que es» entonces sobra. Y no es una cuestión de argumentar, como diría un chusco, que la frase tampoco hace daño y que es cuestión de que cada cual administre como quiera su saliva.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0in;"><span lang="ES-TRAD" style="line-height: 24.533335px; text-align: start;"><span style="font-size: large;">A esto respondería que, como hablantes, tenemos la responsabilidad social de expresarnos correctamente, que debemos hacer un esfuerzo por simplificar la expresión oral y escrita para así mejorar nuestra comunicación. Y la comunicación es, al fin y al cabo, lo verdaderamente importante de la convivencia humana.</span></span><span style="font-family: -webkit-standard; text-align: start;"></span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-70476732716564083162023-08-19T13:29:00.000-04:002023-08-19T13:29:42.545-04:00No sabía que tuviera prosopagnosia<p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES">No sabía que tuviera prosop</span>a<span lang="ES">gnosi</span>a<span lang="ES">, pero un día me encontré de frente en la calle a mi novia de siete años y no la reconocí. No es que ella hubiese engordado o adelgazado; mucho menos que se hubiese </span>sometido a <span lang="ES">alguna cirugía que hubiese salido mal y le hubiera deformado el rostro. «Soy yo, ¿no me reconoces?». A esas preguntas de «¿no me reconoces?» o «¿no te acuerdas de mí?» les había temido siempre porque, de ordinario, mi respuesta era invariable: «La verdad es que no, perdona». Y lo de «perdona» era un gesto de cortesía, de buenos modales, porque si no recordaba ese rostro no se debía a un deliberado propósito de olvidar</span>lo<span lang="ES">, sino a un </span>defecto<span lang="ES"> de </span>mi<span lang="ES">s neuronas</span><span lang="ES"> </span>para generar una imagen correcta, igual que el defecto de mi páncreas para producir insulina. Pero olvidar la cara de una novia de muchos años era imperdonable.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-size: large;">Como era cierto que no la reconocía, eludí mi triste situación como pude. «¡Cómo no iba a reconocerte! Pensé que eras tú quien no me reconocías». Ella se limitó a sonreír y decirme: «Sabes que el primer amor nunca se olvida». Como no supe qué contestar simplemente le dije: «Debo seguir porque mi mujer me espera».<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-size: large;">En efecto, esa misma tarde, cuando llegué a mi casa, allí estaba esperándome la misma mujer, <span lang="ES">mi novia de siete años</span>. Se limitó a darme un beso de piquito y decirme: «La verdad es que no has mejorado de tu <span lang="ES">prosop</span>a<span lang="ES">gnosi</span>a».</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-46363184057800262522023-07-05T10:50:00.006-04:002023-08-29T11:29:20.122-04:00«Ivan+Hayley 23» y la literatura de inodoros<p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: center; text-indent: 0.35in;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhicBToYq1hCI2eG1n3vfZkTbwhC3q1WLam4Val5Wp-fzh68E1EYPtGxohyK5cNEWLVw6wlyNO5hhElnQD-Yg5h8TMWbHk3hyLfAViH4-JM4HGUatBopMWc9bDFNYcnA0i-LvKv_-lSx7E1RdsL3pTWz8nbXCMTp5wtwjGlMztRAbkXDqr-RHGUQOJdwyJ4/s1072/Captura%20de%20pantalla%202023-07-05%20a%20la(s)%2010.14.32%20a.%C2%A0m..png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1042" data-original-width="1072" height="311" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhicBToYq1hCI2eG1n3vfZkTbwhC3q1WLam4Val5Wp-fzh68E1EYPtGxohyK5cNEWLVw6wlyNO5hhElnQD-Yg5h8TMWbHk3hyLfAViH4-JM4HGUatBopMWc9bDFNYcnA0i-LvKv_-lSx7E1RdsL3pTWz8nbXCMTp5wtwjGlMztRAbkXDqr-RHGUQOJdwyJ4/s320/Captura%20de%20pantalla%202023-07-05%20a%20la(s)%2010.14.32%20a.%C2%A0m..png" width="320" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">En aquel tiempo, cuando se podía entrar tranquilamente a un servicio sanitario público —lo que los españoles llaman «váter» y los norteamericanos «restroom»— uno podía entretenerse leyendo los grafitis inscritos con «magic markers» en las paredes del lugar, que no dejaba de ser una manifestación literaria de la vulgaridad. Eran variopintos, desde simples mensajes eróticos con palabras extremadamente soeces, dibujos mal hechos de partes pudendas de ambos sexos, corazones atravesados por una flecha y dos iniciales vinculadas con la conjunción «y», hasta intentos de poesía como, por ejemplo, «Mea feliz / mea contento / pero cabrón / méate dentro»; o aquella inolvidable: «En este santo lugar / donde viene tanta gente / se mea el más cobarde / y se caga el más valiente». No puedo decir si lo mismo ocurría en los servicios sanitarios de las mujeres, pues a los varones no nos era permitido entrar a estos. Sin embargo, por mucho tiempo tuve intenciones de recopilar todo ese grafiti y publicarlo con el título «Literatura de inodoros», pero desistí. Naturalmente, no puedo afirmar que habría sido un bestseller o superventas, pero ahí vamos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">¿Y por qué esto vino hoy a mi memoria? Porque un tal Ivan Dimitrov, búlgaro residente en el Reino Unido, andaba turisteando con su novia Hayley Bracey por la capital romana y se le ocurrió perpetuar su paso por el Coliseo de Roma inscribiendo sobre uno de sus muros «Ivan+Hayley 23», que, ni más ni menos, podría pertenecer fácilmente al género de literatura de inodoros. Así, como si el tal Ivan Dimitrov estuviera en los inodoros públicos del Coliseo de San Juan —el Roberto Clemente, por supuesto— donde la gente escribe en las paredes de sus baños lo que les da la gana y no pasa nada. Como la osadía del turista búlgaro fue grabada por otro turista que subió el video a las redes y se volvió viral, él se enteró de que la policía italiana lo buscaba y que su acto podría ser castigado con cinco años de prisión y multa de $2,700 a $16,300.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">Del susto, les explicó a los Carabinieri y le envió una carta de disculpa al ayuntamiento de Roma expresando su arrepentimiento y expresando, como justificación para su conducta, que fue después de escribir el grafiti que se enteró «de la antigüedad del monumento». O sea, vino con el cuento de que él no sabía que el Coliseo romano —donde mismo echaban a los cristianos a los leones— tiene dos mil años y es patrimonio de la humanidad. De modo que, aunque yo no sé en qué parará el asunto o si los romanos se tragarán el cuento de su supuesta ignorancia histórica, al menos espero que si Ivan Dimitrov tiene que ir a la cárcel, que no sea tanto por lo de escribir el grafiti, sino por bruto.<o:p></o:p></span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-37373157673609266102023-06-21T13:09:00.000-04:002023-08-29T13:14:10.648-04:00¿Pérez o Niemmerson?<p>Publicada originalmente el 21 de junio de 2023 en la revista «Ley y Foro» digital del Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico. <a href="https://tecnocaapr.org/sanchismos/">https://tecnocaapr.org/sanchismos/</a></p><p><br /></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0in;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES" style="font-variant-alternates: normal; font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-ligatures: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; line-height: 21.466665px;">Me desperté una mañana esdrújula</span><span lang="ES" style="line-height: 21.466665px;">, de esas en que todo pasa en el antepenúltimo instante. La había escogido la noche antes, al acostarme, luego de invertir casi media hora mirando en el clóset los días que tenía disponibles para usar al dirigirme a mi bufete. En el clóset tenía días llanos, agudos y esdrújulos, y de estos había variantes de sobra, de tres a diez sílabas. Naturalmente, no quería aventurarme más allá de los de tres sílabas, pues sabía por experiencia que si me excedía de ese número, de seguro, el día se me complicaría.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="line-height: 21.466665px;"><span style="font-size: large;">Ya desde la antepenúltima esquina podía escuchar las consignas: «¡Abajo las reglas machistas de gramática!», «¡Cárcel para los escritores!», «¡Destierren a la RAE pal carajo!». Al acercarme me di cuenta de que era un piquete frente a mi oficina y pude girar a la izquierda —que es la dirección en la que me siento más cómodo girando— para rodear la manzana. Me estacioné lejos, caminé como cincuenta metros y entré subrepticiamente por la puerta trasera de mi despacho. No me atreví a encender la luz, para no ser visto, e inmediatamente vibró mi celular. Entonces, decidí entrar al clóset para contestar sin ser oído. Era una llamada por WhatsApp.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="line-height: 21.466665px;"><span style="font-size: large;">—Sí, dígame… <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="line-height: 21.466665px;"><span style="font-size: large;">—<i>«I’m calling from Florida, do you go to court in Orlando?».</i><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="line-height: 21.466665px;"><span style="font-size: large;">Por el acento yaucano que tenía le pregunté si hablaba español y me respondió que sí, que había ido a la misma escuela que Abel Nazario y era boricua en la diáspora.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="line-height: 21.466665px;"><span style="font-size: large;">—Claro que postulo en Orlando, pasé la reválida y… —Afuera continuaban los gritos y consignas que yo escuchaba con cierto antepenúltimo temor—. Bueno, en fin, ¿cuál es su problema?<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="line-height: 21.466665px;"><span style="font-size: large;">—<i>«Que mi nombre es Michelle Pérez y, al casarme aquí, me cambiaron el apellido por el de Peter, mi marido. Ahora soy Michelle Niemmerson y no me permiten llevar el apellido de mi papá, como es en Puerto Rico. Quiero presentar una demanda contra Ron DeSantis para obligarlo a reconocer que las mujeres en la Florida no debemos perder nuestra personalidad por el hecho de casarnos».</i><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="line-height: 21.466665px;"><span style="font-size: large;">Miré a mi alrededor y descolgué una cara llana o aguda —ahora no recuerdo bien— que allí guardo para situaciones como esta. Entonces, encendí la cámara de WhatsApp y le dije:<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="line-height: 21.466665px;"><span style="font-size: large;">—Pero ¿no se siente contenta con el hecho de estar en el país de la inclusividad?, ¿donde hay menos machismo? —No la dejé contestar, simplemente añadí—: Creo que no es conveniente demandar a un gobernador pudiéndose demandar el reconocimiento de la igual dignidad de las personas de otro modo.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="line-height: 21.466665px;"><span style="font-size: large;">—<i>«¿Cómo cuál?»</i>.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="line-height: 21.466665px;"><span style="font-size: large;">—Hay que demandar a su marido para que el tribunal lo obligue a utilizar el apellido suyo, Pérez, de modo que ahora sería Peter Pérez, casado con Michelle Niemmerson. ¿Ve qué fácil?<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="line-height: 21.466665px;"><span style="font-size: large;">—<i>«¿Y usted me llevaría el caso?».</i><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="line-height: 21.466665px;"><span style="font-size: large;">—</span></span><span style="line-height: 21.466665px;"><span style="font-size: large;">Ahora tengo mucho trabajo y no podría hacerlo, pero tengo un primo en Orlando, bueno, creo que primo tercero, que antes era juez, y que siempre le han gustado las causas perdidas. </span><span style="font-size: medium;"><o:p></o:p></span></span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-8723936462322350402023-06-10T13:57:00.000-04:002023-06-10T13:57:56.511-04:00El cenicero de mi carro<p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">Llevaba siempre en el cenicero de mi carro un par de dólares sueltos para cuando me cogiese una luz roja tener algo que echarle al vaso plástico del deambulante que se me acercaba de inmediato. No es que yo tuviera que hacer muchas luces rojas camino a la oficina en la mañana, sino que casi siempre ese semáforo conspiraba con aquel necesitado para que yo tuviese que detenerme y atender a su mirada de súplica. Era la mirada de uno que trabajaba al calor del aire libre del eterno verano del trópico sin poder hacer otra cosa con su día, a otro que viajaba cómodamente en el eterno friito del aire acondicionado de su automóvil sabiendo que tenía opciones lucrativas en las que invertir su vida.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">Había veces que el hombre tenía la mala suerte de que el semáforo me cogiera cruzando en verde, ante lo cual yo simplemente aprendí a decirle adiós con la mano, si daba la casualidad de que estuviese mirando los carros pasar. Pero cuando la luz verde me hacía pasar dos días consecutivos por el lado del hombre sin poder detenerme ante el semáforo, pasaba el resto del día desconcentrado y con un sentimiento de culpa indescifrable. Incluso, a veces intentaba reducir la marcha para que me tocara el semáforo en rojo, pero los de atrás se impacientaban y comenzaban a tocarme bocina para que me apresurara, no fuera a ser que nos cogiera a todos la luz roja.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">Hoy, sin embargo, he tenido que cambiar de ruta, pues ayer, cuando me detuve ante la luz roja, el hombre se me acercó con un dispositivo electrónico manual, de los que usan los restaurantes para cobrar las cuentas con las tarjetas de crédito en la mesa. «Ya no acepto efectivo —me dijo—. Como están las cosas, hoy día es un riesgo grave andar con dinero encima». «Y yo no cargo con tarjetas de crédito», y continué la marcha. Tuve que mentirle ante la verdadera razón para no entregarle mi tarjeta: que saliera corriendo con ella entre la densidad del tráfico de la Ponce de León.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">Así que ya no tendré más remedio que usar la Muñoz Rivera y otras rutas alternas en busca de una intersección con semáforo en la que pueda haber un deambulante que acepte alguno de los billetes que llevo en el cenicero del carro. Sé que es el único modo de recuperar mi concentración y deshacerme del sentimiento de culpa indescifrable que desde ayer me embarga.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;"> </span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-87229334354838261032023-06-08T16:51:00.005-04:002023-07-06T19:28:35.945-04:00El burro no es burro na<p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiy8QityZdqfLxmKgMAaCOWuUb8AAcfWK1q7UyUALa0ntYNTD_wwOmv5xkoahTJSeCF3s6ksoIfP9MtVegnJLB3mhMCMZPBe7ZxJvN5JEtURIVVzOtmixSpmDOABNwy_kbXm_LPr_0zQn8R9euIKwKiggd2NaxjIphJxOtlJBNh8ZirtgilfBuXk1_wpA/s1650/Mundi.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1275" data-original-width="1650" height="247" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiy8QityZdqfLxmKgMAaCOWuUb8AAcfWK1q7UyUALa0ntYNTD_wwOmv5xkoahTJSeCF3s6ksoIfP9MtVegnJLB3mhMCMZPBe7ZxJvN5JEtURIVVzOtmixSpmDOABNwy_kbXm_LPr_0zQn8R9euIKwKiggd2NaxjIphJxOtlJBNh8ZirtgilfBuXk1_wpA/s320/Mundi.jpg" width="320" /></a></div><br /> <div><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0in;"><span style="line-height: 21.466665px;"><span style="font-size: large;">No había reparado en que Mundi era mellá —le falta el colmillo derecho— ni sabía que era tuerta —perdió la visión por un ojo—. Tampoco que caminaba de medio lado, como si estuviera a punto de caer de su lado izquierdo. Aun así, aquí la despidieron con la misma cobertura mediática que como recibieron a Dayanara Torres cuando ganó el certamen de Miss Universo o a Madison Anderson cuando ganó el de La Casa de los Famosos. ¿Qué hay que hacer para que el traslado de una elefanta a un parque conservacionista de Estados Unidos cause tanta conmoción y hasta lagrimeo, si total va para un sitio donde sus días serán más llevaderos y placenteros que los de su época nefasta en el zoológico de Mayagüez?<o:p></o:p></span></span></p><span style="font-family: Georgia, serif; line-height: 21.466665px;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Sin embargo, lo que me llamó más la atención no fue Mundi, fue el burro que la siguió, el que iba detrás de ella no por alguna atracción sexual interespecial, sino porque advirtió que no valía la pena quedarse en la isla, que aquí las cosas no mejorarían, y que cuando la Junta de Control Fiscal también se vaya, aquí volveremos a las viejas prácticas de gastar más de lo que tenemos, a legislar los barrilitos, a aprobar leyes sin la debida provisión de fondos, y a vivir del fiao cuando consigamos que alguien nos fíe algo. Porque después de todo, resulta que el burro no es burro na; los burros somos nosotros que no aprendemos de nuestros errores.</span></div></span></div>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-9194848025231181162023-05-10T16:43:00.001-04:002023-05-10T16:43:42.605-04:00 Impactante socavón se traga dos autos en la carretera<p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqBwSO548OW6Deb1Q_p2YcFsYfJLQ6vfSeI061aGpMC4NoBFNZ5ffH029Ykh53PiFygrTAqc66eI8LqqtcwsY4wanIo3ntKt_QI-U-CNzmvQBAcSX0Vab3YXIu1EDNhyCYCPIOUjTmlhnIAofek2NDD50LE3fj8ghDp_qzChUsxbOdTGCSXLEgiEUGWA/s2016/Captura%20de%20pantalla%202023-05-10%20a%20la(s)%204.32.15%20p.%C2%A0m..png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2016" data-original-width="1932" height="350" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqBwSO548OW6Deb1Q_p2YcFsYfJLQ6vfSeI061aGpMC4NoBFNZ5ffH029Ykh53PiFygrTAqc66eI8LqqtcwsY4wanIo3ntKt_QI-U-CNzmvQBAcSX0Vab3YXIu1EDNhyCYCPIOUjTmlhnIAofek2NDD50LE3fj8ghDp_qzChUsxbOdTGCSXLEgiEUGWA/w336-h350/Captura%20de%20pantalla%202023-05-10%20a%20la(s)%204.32.15%20p.%C2%A0m..png" width="336" /></a></div><br /><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;"><br /></span><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">Estaba viendo las noticias por internet cuando de pronto me llamó la atención el titular «Impactante socavón se traga dos autos en la carretera». Pensé que, finalmente, se había cumplido mi profecía de que los hoyos en las carreteras de Puerto Rico no se conformarían con simplemente desbaratar los sistemas de suspensión de nuestros automóviles, sino que por la magnitud y osadía con las que se presentaban en nuestro diario transitar terminarían engulléndonos con todo y vehículo.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">Antes de seguir leyendo, llamé por teléfono a mi hija para asegurarme de que se encontraba bien porque ella tiene que usar la avenida Winston Churchill todos los días y yo había visto varios hoyos muy orondos que cada día crecían en diámetro y profundidad. Menos mal que ella no había salido de la casa y eso me permitió seguir leyendo la noticia con mayor tranquilidad.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">Fue así que pude comprobar que el socavón de la noticia que se había tragado dos autos había sido en una carretera de California (para los que dicen que todo lo de allá es mejor) y que, de momento, nos habíamos librado de mi predicción. De todos modos, siempre que salgo ahora a la calle, llevo en mi automóvil una escalera plegadiza, varias linternas, comida para tres días y suficiente cuerda para facilitar mi rescate en caso de que me pase como a Jonás y un hoyo de los muchos que hay aquí le dé por bostezar y me trague por completo en la carretera.<o:p></o:p></span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-54490925517494776952023-04-19T18:48:00.003-04:002023-07-06T19:30:31.497-04:00¿Colegio de Abogades?<p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">Cuento CENSURADO por el Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">A continuación reproduzco el cuento que fue publicado en la revista digital «Ley y Foro» del Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico, que fue retirado de sus páginas durante una semana (18 a 24 de abril de 2023) porque este no le agradó a algunas personas allegadas al Colegio. Para los que no lo han podido leer, este es el cuento:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;"> </span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: center; text-indent: 0in;"><b><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">¿Colegio de Abogades?<o:p></o:p></span></b></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 32px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: right; text-indent: 0in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 37.333332px;">Hiram Sánchez Martínez<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">Ayer vino a verme une abogadx o abogad@ o… no sé cómo decirlo. Ah, bueno, sí: abogade. Diría que por fuera se veía como une más de nosotres. A pesar de ser abogade no se sentía incluide en el título que aparece en el frontispicio de nuestro edificio: Colegio de Abogados y Abogadas. No puede ser, me dijo, que con tanto aspaviento que han formado las compañeras feministas del país hayan transado por simplemente añadir al nombre del Colegio una palabra en género femenino.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">Nada más decir estas palabras ya intuía que a le compeñere abogade algo comenzaba a patinarle. Y me puse en guardia. Así que tomé un lápiz y comencé a darle vueltas entre mis dedos. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">Como colegiade, añadió, intereso que usted me represente para llevar un pleito contra el presidente y la Junta de Gobierno del Colegio. Yo le seguí dando vueltas al lápiz mientras le miraba con cara de incredulidad —que es un tipo de cara que se ha puesto de moda últimamente (por eso tengo tipos a escoger en el clóset)— y le escuchaba con la misma atención con la que un cura oiría en confesión a un pecador empedernido.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">¿Y qué estaríamos alegando?, le pregunté. Pues que «abogado» y «abogada» no agotan las posibilidades de género, licenciado. ¿No lo ve así? Yo no soy ni masculino ni femenino, sino todo lo contrario. Si este colegio es solo de abogados y abogadas, entonces me han dejado fuera, ¡y yo quiero estar dentro, coño!<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">No sabía qué decirle. ¿Y qué propone? —fue lo que se me ocurrió de momento—; si no es Colegio de Abogados y Abogadas ¿de qué sería? <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">Se me quedó mirando con cara de no-lo-puedo-creer y casi me grita: ¡Colegio de Abogades, coño! ¡¿Qué si no?!<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">Como ya estaba un poco exaltade, intenté tranquilizarle. Vamos a hacer una cosa —le dije—, antes de pensar en tribunales deme la oportunidad de hablar con el presidente, que para cosas como esta es que fue elegido.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">¡Ja!, le va a decir que les abogades no somos nenes chiquites, que tenemos que amoldarnos al estado de cosas, que para cambiar eso tendríamos que hacer un poco más de ruido, pues les polítiques son muy sensitives a eso.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;">Ante el temor de desconocer lo que el presidente me diría —porque no soy clarividente—, desistí de ir a verlo. En cambio, estoy ante mi clóset, hurgando entre las distintas caras que tengo allí enganchadas para situaciones como estas, y determinar cuál me pongo para darle a mi cliente la noticia de que no intereso llevar su caso, pero que tengo un primo —bueno, creo que primo tercero—, que antes era juez, y al que siempre le han gustado las causas perdidas.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 18.4px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0in;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 21.466665px;"> </span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-50606400798049790632023-01-23T10:39:00.004-04:002023-01-24T18:09:36.462-04:00Lo importante es que se entienda<div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, serif; text-indent: 0.35in;"><span style="font-size: x-large;">¡Hello! Te llamaba para decirte que te envié un <i>e-mail</i>… Exacto… sí, sí… qué bueno que lo viste. Porque es que dos más tres es igual a cinco, pero quería explicarte que puedes ponerlo en el orden que quieras, primero el dos y después el tres, el orden no importa porque esa suma siempre dará a cinco, aunque, bueno, para evitar confusión podrías empezar escribiendo cinco para entonces decir que es el resultado de dos más tres o de tres más dos, quizás poniendo una nota al calce que aclare que también se pueden invertir los términos y que eso no afectaría el resultado… sí, sí, eso es por si acaso… Lo importante es que se sepa que el dos puede ir lo mismo delante que detrás del tres y que se sepa en todo momento que entre el dos y el tres, o del tres y el dos, haya un signo de suma o la palabra «más», da igual… a menos que con el signo sea más evidente que se trata de una operación aritmética… tú sabes, es que a veces la gente se confunde, no lee bien y podría terminar interpretando que lo que dijimos es dos más cinco es igual a tres… de eso no te quepa duda… Pero ¿entendiste lo que te quise decir? Lo importante es que siempre lo del cinco sea lo correcto, pero dejo a tu discreción la forma en que lo expreses… por eso… eso mismo… que el lector lo tenga claro… que no se confunda… no, no, yo sé que tú lo tienes claro, es que te digo esto pensando en el lector… el dos y el tres tú los pones en el orden que quieras porque lo importante es que… ¡Hello!… ¡Hello!… Parece que se cortó la llamada.</span></span></div><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 24.533335px;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div></span></div>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-12988147512369095652023-01-13T18:27:00.000-04:002023-01-13T18:27:10.006-04:00Mi maestra de quinto grado<p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: center; text-indent: 0.35in;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-variant-alternates: normal; font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-ligatures: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; line-height: 26.666668px;">En quinto grado teníamos una maestra</span><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;"> de Inglés que todos detestábamos. Caminaba entre las filas de pupitres cotejando nuestras libretas abiertas para asegurarse de que hubiéramos hecho la asignación. Un día en que Rosita no la había hecho, le dio un cocotazo sobre la diadema que le hizo sangrar el cuero cabelludo. Solamente permitió que otra estudiante la acompañara al baño para que se limpiara la sangre y continuó la clase como si nada. Al estudiante que no contestara correctamente alguna de sus preguntas le decía: “So alcornoque”, o motes degradantes parecidos, para enfatizar su torpeza o falta de inteligencia, con el evidente propósito de humillarlo y menoscabar su autoestima. Aun así, a ninguno de nosotros —y menos a alguno de los afectados directamente— se nos ocurrió presentarnos a clase con un cuchillo en el bulto para darle una puñalada pensando que con eso le dábamos su merecido. Obviamente, con odiarla nos parecía suficiente.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;"><span style="font-size: x-large;">Pero hay niños de armas tomar. Por ejemplo, en 2011, un estudiante de diez años de una escuela de Sao Paulo, Brasil, llevó un revólver .38 al salón de clases, le disparó a la maestra (que afortunadamente sobrevivió) y luego se pegó un tiro en la cabeza. Él no sobrevivió. Hace unos días, en el estado de Virginia, Estados Unidos, un niño de seis años echó en su bulto la pistola que su madre guardaba en algún lugar accesible a él y, al llegar al salón, sin mediar palabra, así sin ton ni son, le pegó un tiro a su maestra, quien se encuentra hospitalizada, pero estable. En vista de que este niño no se suicidó, ahora las autoridades tendrán que bregar con él, aun cuando estas no saben cómo hacerlo. </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-size: x-large;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;">Como en Puerto Rico a los niños de escuela elemental no les ha dado (todavía) con llevar armas al salón de clases para “ajustar cuentas” con alguna maestra que detesten, no nos hemos tenido que plantear cómo manejaríamos la situación del niño que no haya cumplido trece años de edad y le dispare o apuñale a su maestra o maestro. </span><span style="font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;">La pregunta que me hago es cómo el Departamento de la Familia hubiera manejado un caso como el de Rosita si esta, al otro día del cocotazo que la hizo sangrar, se hubiera presentado al salón con un arma en el bulto y hubiera apuñalado a nuestra maestra de quinto grado. En fin, que lo mejor es no pensar en lo peor.</span><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-7087142102574371482023-01-10T12:18:00.002-04:002023-01-10T15:53:21.036-04:00Los cuadros de la sala<p><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-size: 16pt; font-variant-alternates: normal; font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-ligatures: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; line-height: 32px; text-align: justify; text-indent: 0in;">De vez en cuando, al pasar</span><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-size: 16pt; line-height: 32px; text-align: justify; text-indent: 0in;"> junto a los cuadros de la sala, le doy un toquecito a alguno de ellos en una de las esquinas para sacarlos de la perfecta alineación que tienen en la pared. No es que tenga un tic nervioso, sino una mujer a quien las imperfecciones en la ubicación de los cuadros la molestan y yo me entretengo molestándola. </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0in;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-size: 16pt; line-height: 32px;"> Algo pasa con el alambre de la colgadura que hace que este cuadro se deslice hacia uno de los lados, me dice. Pero mujer, eso ni se nota, le digo para tranquilizarla un poco, mientras ella vuelve a darle un toquecito en la dirección contraria a la que yo le he dado antes. Entonces se aleja unos cuantos pies para mirarlo y asegurarse de que el cuadro ha regresado a su posición original.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 24px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0in;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-size: 16pt; line-height: 32px;"> Podrían ser los terremotos del sur, le digo a veces, o un descuido de la señora de la limpieza, le digo otras, para no aceptar que he sido yo que le ha estado jugando esa broma por un tiempo. Supongo que ella no me cree capaz de hacer lo que hago cuando no me me está viendo. De hecho, no me cree capaz de tantas otras cosas. Por ejemplo, sospecho que no me ha creído cuando le he dicho que no pienso morirme antes que ella para evitarle el sufrimiento de mi partida. Y, a juzgar por la mirada que me ha dado, es evidente que ella prefiere su sufrimiento al mío.<o:p></o:p></span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-11885396881583866732023-01-07T05:24:00.001-04:002023-01-10T15:55:37.336-04:00¡Ay, Mario!<p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0in;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-variant-alternates: normal; font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-ligatures: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; line-height: 26.666668px;">No me gusta meterme en la vida</span><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;"> de nadie aunque ese nadie sea un alguien, pero la relación entre Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler siempre me pareció demasiado frívola para un escritor que no necesitaba asomarse a la vida del <i>jet set</i> para comprobar esa frivolidad. Quizás, su vida junto a Patricia Llosa —que, además, era su prima con quien había tenido sus tres hijos— no era tan </span><i><span style="font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;">flamboyant</span></i></span><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;"><span style="font-size: large;"> ni glamorosa, pero, de seguro, era más parecida a una familia que lo que ha sido con la ex de Julio Iglesias, Carlos Falcó y Miguel Boyer. Ahora Mariito, cansado ya de las portadas de <i>¡Hola!</i> y la riada de paparazzi que los seguía a todas partes, está lamiéndose la herida en un cuento publicado en 2020 («Los vientos») en el que muchos parecen advertir su remordimiento por haber dejado a Patricia por Isabel y su pedirle perdón por tal abandono. Nada, que «nadie sabe lo que tiene, hasta que lo pierde». </span><span style="font-size: 16pt;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0in;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 23.333332px;"><o:p></o:p></span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-46127481434492659272023-01-03T09:06:00.003-04:002023-01-03T11:08:12.347-04:00Mucha mierda en el teatro<p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0in;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-variant-alternates: normal; font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-ligatures: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; line-height: 26.666668px;">En una reunión de amigos</span><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;"> salió a relucir el tema del teatro, el ballet y la ópera. No hice nada más que decir que a mí no me gustaba la ópera para que me saltaran encima a juzgarme por mi alegada falta de cultura. Estaban sorprendidos de que, según ellos, un lector y también escritor —que para más señas era, además, miembro del gremio de los letrados— no gozara de la sensibilidad que todos creían suponer como parte de un presupuesto necesario para llamarse «culto». ¿Acaso no seré el único sincero en este grupo por admitir públicamente esta verdad?, les dije cuando me permitieron hablar. Porque creo que la de ustedes es una visión clasista del arte y la cultura. Entonces —añadí—, les preguntaré a cuántos de ustedes les gusta ir al hipódromo a ver las carreras de caballos. Hicieron una mueca de desdén y me miraron como si hubiera perdido la cordura. A ninguno le gustaba ir al hipódromo (les oculté que a mí tampoco). ¿Los hace eso menos cultos a ustedes? —cuestioné—, porque al fin y al cabo es una actividad humana que, para aquellos que suelen ir, tiene un valor similar de entretenimiento al que tiene la ópera y el teatro para ustedes.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;"><span style="font-size: large;">A mí me gusta más el cine, aclaré. Desde siglos antes de Cristo el ser humano ha estado asistiendo al teatro, pero no fue sino hasta fines del siglo <span style="font-variant-alternates: normal; font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-ligatures: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal;">xix</span> que se inventó el cine. Creo que si hubiese sido al revés y el cine hubiera nacido primero que el teatro, el teatro no existiría o, de existir, no sería del modo en que lo conocemos hoy. Nada que ver con los Lope de Vega, William Shakespeare, Esquilo, Sófocles, Eurípides o Aristófanes, por solo mencionar algunos. Y nuestros ascendientes españoles no habrían tenido la oportunidad de inventarse la frase que utilizan en España para desearle éxito a los actores teatrales: «¡Mucha mierda, mucha mierda!».</span><span style="font-size: 16pt;"><o:p></o:p></span></span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-68860269448118987792023-01-02T17:10:00.002-04:002023-01-03T11:00:57.094-04:00¿Cómo las reconoceremos?<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZwvA9Ow-yg8JNNEuNXyLQQZSIadQpOgJf_-eFFh0UPyUnPDUC0m_Mh09b7jmeOjoComwLJixEW4R3A1PONuwFxtxY_Xf2dIdjY7WdxLEf1iWShWbguuGpnItJWqxAsfs0DdmwE6UN7TcSUvkiEyFhtVGjFAADZopdAVDim1QB5EWVQ1sHp2GDVvBBZA/s1754/Mun%CC%83eca%20%C2%BFCo%CC%81mo%20las%20reconoceremos%3F.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1360" data-original-width="1754" height="365" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZwvA9Ow-yg8JNNEuNXyLQQZSIadQpOgJf_-eFFh0UPyUnPDUC0m_Mh09b7jmeOjoComwLJixEW4R3A1PONuwFxtxY_Xf2dIdjY7WdxLEf1iWShWbguuGpnItJWqxAsfs0DdmwE6UN7TcSUvkiEyFhtVGjFAADZopdAVDim1QB5EWVQ1sHp2GDVvBBZA/w471-h365/Mun%CC%83eca%20%C2%BFCo%CC%81mo%20las%20reconoceremos%3F.png" width="471" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0in;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-size: 16pt; font-variant-alternates: normal; font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-ligatures: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; line-height: 26.666668px;">De solo mirar la foto parecería</span><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-size: 16pt; line-height: 26.666668px;"> que la joven mujer, muy seria ella, sentada de frente junto al escaño del legislador surcoreano Lee Yong-ju es su secretaria o una de sus ayudantes, o simplemente una pasante. Sin embargo, si nos fijamos bien, no podría ser ninguna de las tres cosas, pues no tiene en sus manos ni en su regazo alguna libreta, bolígrafo o cartapacio. De hecho, sus manos parecen flotar sobre sus rodillas, pero una observación meticulosa nos da la impresión de que está tratando de separarlas para que quien está tomando la foto —que es como decir «el alter ego nuestro»— pueda captar lo que se ve al fondo de los muslos. En el fondo es una frívola imitación de lo que quiso hacer Sharon Stone con aquel famoso cruce-descruce-y-cruce de piernas en la famosa escena del filme <i>Basic </i></span><i><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 16pt; line-height: 26.666668px;">Instinct </span></i><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-size: 16pt; line-height: 26.666668px;">(«Instinto básico»). Ni entonces ni ahora nada de lo que nos imaginamos se nos ha mostrado. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 22.5pt;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-size: 16pt; line-height: 26.666668px;">Ese aspecto juvenil que tiene la mujer nos hace recordar a la Chilindrina, el personaje del Chavo del Ocho, con una pollina sobre la frente y las gafas que casi le cubren la cara, pero sin los rabitos a cada lado ni el pelo achiotado y largo sobre sus hombros. La mujer tiene una mirada penetrante, como de enfado; viste un traje pastel de tres cuartos de manga con ruedo a mitad de muslo y unos zapatos puntiagudos </span><i><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 16pt; line-height: 26.666668px;">stilettos</span></i><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-size: 16pt; line-height: 26.666668px;">. En esto no se parece a la Chilindrina.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 22.5pt;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-size: 16pt; line-height: 26.666668px;">De hecho, de solo mirar la foto sabemos que debe ser alguien más, alguien que no está muy contenta de estar donde está («¿Qué hago aquí?»). Sin embargo, cuando leemos la información que acompaña la foto caemos en cuenta de que ella no es «alguien», sino «algo»: una muñeca sexual de tamaño real. La foto nos muestra el momento en que, en 2019, el legislador Lee Yong-ju presentó para inspección parlamentaria en la Asamblea Legislativa de Corea del Sur una de las muñecas que la aduana del país confiscaba citando una cláusula de una ley que prohibía la importación de bienes que perjudicaran «las bellas tradiciones y la moral pública del país». No sé el efecto que produjo entonces la muñeca de la foto en los demás legisladores, pero la cuestión es que el parlamento surcoreano acaba de derogar (diciembre de 2022) esa prohibición.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 22.5pt;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-size: 16pt; line-height: 26.666668px;">Como no sé de leyes, llamé a un amigo que tiene un primo que es legislador para saber, solo por curiosidad, si en Puerto Rico está prohibida la importación de esas muñecas. Poco tiempo después me llamó para decirme que, según le dijo el primo, no estaban prohibidas, que él mismo estaba casado con una y que por eso hoy día hasta salen por televisión; que me fije bien en sus zapatos <i>stilettos</i>, sus trajes cortos y sus boquitas pintadas. Ah, y que una ya tiene hasta su propio programa, nunca repite la misma ropa y siempre critica cómo visten los demás.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 22.5pt;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-size: 16pt; line-height: 26.666668px;">Nada, que hay que estar pendiente, y que por eso tendré que revisarle hasta los zapatos a mi mujer.<o:p></o:p></span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-87745067016531722052022-12-03T16:55:00.007-04:002023-01-03T11:09:51.873-04:00Alexia ¿Putellas?<div><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0in;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-variant-alternates: normal; font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-ligatures: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; line-height: 26.666668px;">Comencé a leer en las</span><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;"> páginas de <i>El País</i> un artículo sobre Alexia Putellas —quien yo desconocía en ese momento que es la mejor jugadora de futbol del mundo— y ya no pude seguir leyendo por la distracción que me produjo su apellido. Me suele pasar a cada rato que una lectura ordinaria en la que me tropiezo con un nombre raro hace que me desvíe por los vericuetos que siempre conducen al mismo lugar y, sobre todo, a la misma época: a los años de escuela en mi adolescencia. En esa época todo era motivo de gracia, de chiste, de vacilón, y me imaginé lo que habría pasado si, de repente, hubiera llegado a mi escuela una estudiante con ese apellido y, sobre todo, el acoso (</span><i><span style="font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;">bullying</span></i><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;">) que se habría generado contra ella. Porque de «Putellas» a «Putilla» es un mero resbalón ortográfico.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 22.5pt;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;">Es lo mismo que me pasó la primera vez que vi en televisión a una presentadora de noticias llamada Nuria Sebazco en que, de nuevo, otro resbalón ortográfico me hizo pensar en lo mal que lo debió haber pasado en su pueblo de Utuado, si las cosas en su escuela hubieran sido como en la mía en Yauco. Porque en Yauco para describir la falta de hermosura de algo o alguien se dice: «Es más feo o fea que la palabra <span style="line-height: 18.4px; text-align: start; text-indent: 0px;">“</span><span face="-webkit-standard" style="text-align: start; text-indent: 0px;"></span>sobaco</span><span style="font-family: Georgia, serif; text-align: left;">”».</span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 22.5pt;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;">De igual modo me pasó cuando, ya yo adulto, conocí al párroco del barrio de mis abuelos, el padre Saliva, pues de inmediato imaginé el acoso por el que debió pasar en la escuela, si es que no se dio a respetar a las trompadas. Y sospecho que si jugaba algún deporte y en alguna ocasión su equipo ganó por alguna jugada espectacular que hizo, no faltaría quien se hiciera el chusco para decir que habían ganado gracias a un «salivazo».</span><span face="-webkit-standard, serif" style="line-height: 26.666668px;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 22.5pt;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-size: large; line-height: 26.666668px;"><span style="line-height: 24.533335px; text-align: start; text-indent: 0px;">En fin, que me acordé de todo esto porque vi hace un rato en un noticiario de televisión que un diputado español de Esquerra Republicana de Catalunya se llama Gabriel Rufián. Y me imaginé a uno de nuestros maestros —de aquellos que se referían a nosotros por «señor» o «señora», seguido del apellido—, al pasar lista de asistencia y llamar, para corroborar que estaba presente, al «señor Rufián». Y, menos mal, que mi escuela no quedaba en el barrio Matón de Cayey.</span><span face="-webkit-standard" style="text-align: start; text-indent: 0px;"></span></span></p><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div><br /></div>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-81354119670457155342022-11-29T09:44:00.003-04:002023-01-03T11:12:04.700-04:00Mis dudas sobre el enterramiento y la cremación<p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0in;"><span style="background-color: #fff2cc;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; font-variant-alternates: normal; font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-ligatures: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; line-height: 26.666668px;">Llevo días pensando si al morir </span><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;">deben colocarme en un ataúd y enterrarme para que el proceso de putrefacción natural que afecta a todos los cadáveres tome su curso o si, por el contrario, deben llevarme al crematorio y devolverme luego a casa en una bolsita plástica dentro de una urna cineraria. Cada alternativa tiene sus pros y sus contras.<o:p></o:p></span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span lang="ES" style="background-color: #fff2cc; font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;"><span style="font-size: large;">La del enterramiento —que es una forma de hablar, porque realmente me colocarían en una sepultura de hormigón— tiene la ventaja de que es como si estuviera durmiendo sin la expectativa de despertar. Todavía se podrían ver aunque fuese mi calavera y la ropa que llevaba puesta el día del enterramiento, en caso de que a alguien se le ocurriera exhumarme a los siete o más años. Por otro lado, la desventaja del ataúd es que el servicio fúnebre probablemente sería más costosos y ese gasto, para un ratito únicamente que es lo que duraría el velatorio, estaría mejor empleado si mi mujer y mis hijas pudieran irse de viaje para Europa. La desventaja mayor sería que si al enterrarme en vez de muerto estuviera en estado catatónico, me pasaría como el personaje de tantos cuentos que al despertar vuelve a morirse arañando desde dentro el ataúd tratando de escapar de una muerte segura.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span lang="ES" style="background-color: #fff2cc; font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;"><span style="font-size: large;">En cambio, la cremación sería una alternativa más económica y, sobre todo, tendría la ventaja de poder seguir viviendo en casa. Conozco muchos casos así. La urna puede colocarse un día en la mesita de la sala o en un estante del family, otro en la encimera de la cocina, otro junto a la vela de olor en el gabinete del baño, y hasta en el cuarto matrimonial. Incluso, a mis hijas podría ocurrírseles sacarme a pasear los fines de semana o ellas asignarse semanas o meses en los que iría de visita a sus casas y me quedaría con ellas en el lugar que me asignasen. La desventaja mayor sería que si, en vez de muerto, estuviera en estado catatónico, al activarse los chorros de flamas por todos lados el calor me despertaría y sabría que estaba llegando al infierno, quizás sin merecerlo. Pero lo peor no sería eso, sería que mi mujer se olvidara que me tiene en el cuarto, cuando un amigo intrépido quisiera refocilarse con ella en nuestro propio lecho y yo no encontrara la manera, como lo haría el ave Fénix, de resurgir de mis cenizas.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 20px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span lang="ES" style="font-family: Georgia, serif; line-height: 26.666668px;"><span style="background-color: #fff2cc;"><span style="font-size: large;">¿Ven el porqué de mis dudas?</span></span><span style="background-color: white; color: #222222; font-size: 16pt;"><o:p></o:p></span></span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-75787314527677406272022-03-26T11:26:00.001-04:002022-03-26T11:26:37.276-04:00La Guarapa<p> <span style="color: #050505; font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;">En mi libro «Quería ser como Charles» dedico un fragmento a La Guarapa, aquella enajenada mujer que deambulaba por las calles del Yauco de mi niñez. Este es el texto [en el diálogo inicial, quien habla es mi madre]:</span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span style="color: #050505; font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">«—Cuando Fincho pase por ahí al frente, métanse pa dentro inmediatamente, que está loco. ¡Ah, y no le hablen! <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span style="color: #050505; font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">»Esa advertencia me hacía recordar la que, cuando vivíamos en el pueblo, me había hecho sobre La Guarapa, una mendiga demente y harapienta que pululaba muchas veces por La Trocha y se sentaba en la acera, frente al cafetín de Paco Ruiz o del almacén de don Lolo Toro, a mirar pasar la gente mientras decía una ensarta de disparates. La “reputación” de ella, según mami, era que le gustaba “llevarse” —queriendo decir “secuestrar”— a los niños para matarlos. Cuando yo iba o venía de la escuela y alcanzaba a verla de lejos, cruzaba inmediatamente al otro lado de la calle para evitar pasarle cerca y que me llevara. De verla, nada más, se me aflojaban las rodillas. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span style="color: #050505; font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">»Por eso, aprendí a tenerle a Fincho la misma desconfianza que a La Guarapa y, cuando jugábamos frente a la casa y lo veíamos caminar en dirección de Los Cruceros, salíamos despavoridos a escondernos en lo que él pasaba» (pág. 49).<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span style="color: #050505; font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">Ahora, gracias al genealogista guayanillense, Dr. Otto Sievens Irizarry, me he enterado de que el nombre propio de la Guarapa era Teresa García González (1909-1979), y que también era conocida en Guayanilla, hasta donde evidentemente llegaban sus correrías demenciales. Reproduzco, con su autorización, las palabras del Dr. Sievens:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span style="color: #050505; font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">«Los recuerdos de la niñez afloran constantemente. “La Guarapa” que yo conocí era una loca que caminaba desde la Jácana de Yauco hasta Guayanilla y sus barrios. Recorría el territorio con muchas mudas de ropas superpuestas y pulseras, algo así como una gitana. Dormía donde la cogía la noche y tiraba piedras y maldiciones a los muchachos que le gritaban “Guarapa”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span style="color: #050505; font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">»Alrededor de los enajenados del pueblo se crean mitos y a mí me habían explicado que “Guarapa” había sido maestra. Fue mi madrina Cándida Torres Patrón, vecina del barrio Jácana quien me confrontó: ¿Quién?, ¿Teresa, maestra? Y llegó el conocimiento de algunos aspectos de su vida, los cuales quiero callar.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span style="color: #050505; font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">»Más tarde, averigüé que su familia era oriunda del barrio Algarrobo de Yauco y se habían mudado a la Jácana. Me contaron que estaba felizmente casada con un chofer de camiones de caña a quien le decían “Guarapo”. Quedó viuda y cayó en un estado de depresión profundo. Pasó a ser “La Guarapa”. Ya nadie recordó que Teresa García era su nombre de pila.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span style="color: #050505; font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">»Cuando alguna de las mujeres del pueblo se viste de forma estrambótica, que llama la atención por su atuendo, resurge el espíritu de “La Guarapa”». (Recuerdos de Guayanilla, 2012).<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span style="color: #050505; font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">Como ven, los loquitos y loquitas de cualquier pueblo de Puerto Rico, tenían sus nombres propios y de seguro su propia historia. Ahora lamento no haberle preguntado a mis mayores, cuando aún vivían, cuánto conocían de estos personajes de mi pueblo para haber podido escribir algo sobre ellos. Aparte de La Guarapa, los más conocidos en el Yauco de mi niñez eran Rolando Bocaepote, Míster Nolan, Palosdós, Juanito Botellas, Tornillo, Tinita, Salvita y Rosa la Loca. Pero había más. Algunos pertenecían a familias corsas de alcurnia (Rolando Antonmattei, Nolan Paoli y Julio Guilormini).<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span style="color: #050505; font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">En fin, que ahora que sé su nombre y que su apodo no me infunde aquel temor infantil de entonces, solo me resta decir: <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span style="color: #050505; font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">¡Te recordaremos siempre, Teresa García González!<o:p></o:p></span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-3595215615188373632021-10-18T11:19:00.000-04:002021-10-18T11:19:43.978-04:00Norberto González: Un luchador incansable del mundo del libro<p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 10.5pt;">Por: Hiram Sánchez Martínez<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 10.5pt;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in; text-align: justify;"><i><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 10.5pt;">El Nuevo Día</span></i><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 10.5pt;">, lunes, 18 de octubre de 2021, p. 33<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 10.5pt;">Versión digital: https://www.elnuevodia.com/opinion/punto-de-vista/norberto-gonzalez-luchador-incansable-del-mundo-del-libro/<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, serif;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, serif;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">Tres días antes de él morir, llegué ese viernes temprano a su librería a llevar varios ejemplares de «Ató con cintas sus desnudos huesos» que Ana Cecilia, su hermana, me había solicitado. Me extrañó muchísimo ver su oficina —justo al lado de la de ella y sin puerta— en la penumbra que causan las luces apagadas. ¿Norberto no ha venido a trabajar hoy?, le pregunté sin imaginar que me respondería que él estaba hospitalizado por un incidente cardiovascular que había sufrido y le mantenía en la Unidad de Cuidado Intensivo de un hospital de Santurce. Hablamos un rato sobre la dedicación de Norberto a su trabajo, sobre el esfuerzo físico y mental que requería llevar el timón de sus tres librerías —Río Piedras, Plaza Las Américas y Cayey— y la conveniencia para su salud de que bajara la intensidad de los esfuerzos que le ponía a todo. Pero Ana Cecilia, que siendo su mano derecha seguramente le aconsejaba «bajar las revoluciones» en el trabajo, estaba resignada al modo de ser de su hermano mayor, acostumbrado desde siempre al mucho trabajar y poco descansar.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">A Norberto González lo conocí cuando comprendí lo difícil que era para un escritor puertorriqueño desconocido en el mundo de la literatura publicar sus libros por cuenta propia. Créanme que lo intenté con mis primeros libros, pero editar, imprimir, distribuir y cobrar los libros propios no se me daba bien, así que alguien me sugirió que fuera donde él. Resultó ser un buen consejo. Norberto no me hizo preguntas, solo me dijo envíame el libro. Y me publicó «Antonia, tu nombre es una historia». Este libro dio pie a dos cosas. Primero: un día me llevó al segundo piso de la librería, convertido en almacén, pero que había sido el hosdaje de estudiantes en cuyo balcón Antonia Martínez Lagares había recibido un balazo mortal de parte de un miembro de la Fuerza de Choque el 4 de marzo de 1970, y me dijo: Voy a despejar este espacio —correspondiente a lo que era la sala— y a restaurar el balcón, para montar aquí algo sencillo en recordación de Antonia. Me emocionó su iniciativa. Y, segundo, cuando le propuse que colocáramos una tarja en la pared de la calle que identificara el lugar donde Antonia había sido herida fatalmente, inmediatamente me dijo: Hazla que yo la pago y tengo quien la coloque.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">Habiendo estrechado más nuestra relación, otro día le expresé que quizás él debía tener una junta editorial para seleccionar los libros que publicaría porque, a mi juicio, había algunos que no tenían la calidad literaria que cabría esperar de un sello como el de su editorial Publicaciones Gaviota. No titubeó en su inmediata reacción: No, porque yo creo que todo escritor puertorriqueño que lo interese, debe tener la misma oportunidad de publicar. ¡Muy buena lección!<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">Norberto, aunque no se crea, podía hacer negocios como en los tiempos de antes. Un día le señalé, con respecto a alguno de los libros que me publicó, que no teníamos un contrato escrito. Contigo, con arrancarme un pelo del bigote es suficiente, y se sonrió. Tenía razón, porque ambos teníamos la misma edad, ambos veníamos de un pueblo pequeño de la isla y ambos sabíamos el valor de la palabra empeñada.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">Estas son solo algunas anécdotas de mi relación con él. En algún momento, cuando me hizo su historia, esta me fascinó. Sin embargo, no le dio tiempo de contarla en un libro, como le sugerí hacer. Él era plomero de oficio por cuenta propia, pero hace muchos años, como un favor a su hermano fue a sustituirlo en unas vacaciones a la casa editora para la que este trabajaba. Resultó ser tan buen empleado y le gustó tanto ese trabajo, que el patrono lo retuvo. Allí aprendió el negocio de la distribución y venta de libros. Norberto González fue un hombre sencillo, humilde, llano y amistoso, que hizo todo lo que pudo por promover la literatura, y a quien muchos agradecemos por su ayuda y por su dedicación al mundo del libro. ¡Hasta siempre, estimado amigo!<o:p></o:p></span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-44069091339470474572021-07-30T09:59:00.009-04:002021-07-30T10:02:32.608-04:00Presentación de mi novela «Ató con cintas sus desnudos huesos»<p> La próxima presentación de mi última novela <i>Ató con cintas sus desnudos huesos</i>, será el miércoles, 4 de agosto de 2021, a las 7:00 p.m., en Casa Norberto (tercer nivel de Plaza Las Américas). Presentador: Pablo Marcial Ortiz Ramos. Comentarista: José Enrique Colón Santana. Te espero.</p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-jexi0GP0sS4/YQQE_ScWDjI/AAAAAAAABbw/LiebRKOwINgN6wFzYcSnM0mqh3oiWletQCLcBGAsYHQ/s1400/Facebook%2B-%2BPresentaciones%2Bde%2BLibros%2BCasa%2BNorberto%25283%2529.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1010" data-original-width="1400" height="376" src="https://1.bp.blogspot.com/-jexi0GP0sS4/YQQE_ScWDjI/AAAAAAAABbw/LiebRKOwINgN6wFzYcSnM0mqh3oiWletQCLcBGAsYHQ/w521-h376/Facebook%2B-%2BPresentaciones%2Bde%2BLibros%2BCasa%2BNorberto%25283%2529.jpg" width="521" /></a></div><br /><p></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-44154530108253715742021-06-03T09:46:00.003-04:002021-06-03T10:05:40.530-04:00Betances y su casamiento con su sobrina muerta<p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;"><br />Hace unos días (en mi cuenta de Facebook) prometí a aquellos lectores que de un modo u otro me habían expresado su curiosidad por saber acerca de la historicidad del episodio del casamiento «post mortem» y la conducta observada por el Dr. Ramón Emeterio Betances con su sobrina muerta (que aparece en uno de los capítulos de mi novela «Ató con cintas sus desnudos huesos») que me expresaría al respecto. Según la leyenda, el Dr. Betances obtuvo una dispensa del papa para casarse con su sobrina María del Carmen Henry Betances, «Lita», pero trece días antes de la boda ella falleció de fiebre tifoidea. Por estar los dos en Francia, él hizo embalsamar el cadáver «y celebró sus bodas con la muerta». Luego, se trasladó a Puerto Rico. Trajo consigo su ataúd y lo depositó en una cripta en el cementerio de Mayagüez, donde la visitaba todas las tardes, le llevaba flores y abría el sarcófago para contemplar «a su hermosa Lita».<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">Esta historia apareció contada por la escritora Mara Daisy Cruz en un artículo que publicó en la revista «<i>Letras Nuevas</i>», año 2 (2008), págs. 24-25, que leí mientras me preparaba para construir mi novela. Me pareció que esa historia reforzaba la idea del poema-bolero «Boda negra» en cuanto a lo poderoso que puede ser un sentimiento que perdura más allá de la muerte, independientemente de la raza, color, credo o estatus social de quien lo siente; sentimiento al que muchos llamarían «desajuste emocional», para no llamarle «amor desquiciado».<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">Sobre si este episodio —del «amor después de la muerte» que le tuvo Betances a su sobrina— es historia o leyenda, solo puedo decirles que pudiera ser una combinación de hechos reales y ficción mezclados en el imaginario popular. Lo digo porque a raíz de la muerte de Lita, Betances escribió el cuento «La virgen de Borinquen» en que un amante termina loco al tener que vivir sin su amada muerta. En el cuento expresa: «…una noche se hallaron ambos... ¡como en una tumba!».<o:p></o:p></span></p><p style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">Más aún, en Mayagüez, comenzó a hablarse de las visitas diarias de Betances al cementerio. Él mismo lo admitiría en la carta que hace llegar a sus amigos Lamire en Francia: «He sembrado flores, como en Mennecy, y es allí [en el cementerio] donde me paso, cada vez que puedo, las horas de la tarde». Carta de Betances a Pierre y Marguerite Lamire, 10 de marzo de 1860.<o:p></o:p></span></p><p style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">Posteriormente, descubrí que Cayetano Coll y Toste —en «La novia de Betances»— y Elma Beatriz Rosado —en «La virgen de Borinquen, Betances y el anillo nupcial»— escribieron sobre la misma anécdota del patriota y su sobrina. Naturalmente, al utilizar el material de Mara Daisy Cruz —y valiéndome de mi licencia literaria— hice los acomodos que me parecieron necesarios en los datos que proporcionaba su artículo, pero solo para fines dramáticos y mi modo de contar las cosas. A Mara Daisy le doy las gracias por haberme puesto en contacto con la anécdota y haber fomentado en mi la búsqueda de otros pormenores. Además, por su predilección por esta canción del Trío Los Condes, que es también de mi misma predilección.<o:p></o:p></span></p><br />Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-70197180251761947122021-01-27T12:52:00.001-04:002021-06-03T15:42:38.524-04:00Un hoyo en la carretera para la historia<p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">De no haber sido porque lo publicó el New York Times y lo reprodujo El Nuevo Día, no habría creído lo que leía. Ricardo Rosselló Nevares, a quien el país sacó casi a patadas de la Fortaleza porque no se quería ir a las buenas, ahora aparecía negando el valor que en efecto tuvieron la opinión pública y las manifestaciones masivas, particularmente de gente joven, con respecto a su decisión de abandonar el cargo en agosto de 2019. Pues no, ha dicho él, su decisión obedeció a un hoyo en la carretera. ¿¡Cóóómo, que quééé!?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">Bueno, no son mis palabras, sino las suyas. Según el New York Times, sus palabras fueron que “él y su familia estaban en el auto cuando chocaron contra un hueco en la calle. Su hija de cinco años se horrorizó y pensó que les habían disparado” (NYT, 1/13/2021). Fue cuando decidió renunciar. O sea, que ya pueden Calle 13, Bad Bunny, Ricky Martin y los cientos de miles de puertorriqueños que se vaciaron ese verano en las calles irse bajando de esa nube y dejar de suponer que fueron ellos los responsables de librarnos de una persona que se entretenía en los chats de las redes sociales burlándose de todos por igual, en vez de gobernar bien, que era para lo que le pagábamos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">Aparte de destrozar nuestros carros, por fin los hoyos han servido para algo bueno. No hubiera querido deberle nada a un hoyo, para poder seguir exigiéndole al Gobierno que los tape, pero si nos van a ayudar a deshacernos de políticos malos ¡¡¡que vivan los hoyos!!!<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">Si no había comentado nada antes sobre este asunto es porque estaba averiguando en qué calle o carretera estaba el hoyo que forzó la renuncia de aquel gobernador, ya que debe ser localizado y preservado para la historia. Creo que debe ser declarado si no patrimonio histórico de la humanidad, al menos patrimonio histórico de la nación puertorriqueña. Y si a alguien se le hubiera ocurrido taparlo, pues que lo destapen y restauren a sus dimensiones originales. Además, debe ser identificado apropiadamente con una tarja de bronce (o de otro material, para que no se la roben). Entonces, todos los años tendríamos un lugar adonde acudir en peregrinación todos los puertorriqueños/as en verano a conmemorar la destitución de Ricardo Rosselló Nevares. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 6pt; text-align: justify; text-indent: 0.35in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">Pero no he podido localizar el famoso hoyo. ¿O es que es otra de sus mentiras?<o:p></o:p></span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-85256638389054419912020-09-20T12:42:00.000-04:002020-09-20T12:42:04.454-04:00Las disputas por esas túnicas negras<p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in 0in 0.0001pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;"><span style="font-size: medium;">Por: Hiram Sánchez Martínez<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in 0in 0.0001pt;"><i><span style="font-family: "Times New Roman", serif;"><span style="font-size: medium;"> </span></span></i></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in 0in 0.0001pt;"><span style="font-size: medium;"><i><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">El Nuevo Día</span></i><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">, 20 de septiembre de 2020, p. 55<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in 0in 0.0001pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;"><span style="font-size: medium;">Versión electrónica el 19 de septiembre de 2020 en:<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in 0in 0.0001pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif;"><span style="font-size: medium;">https://www.elnuevodia.com/opinion/punto-de-vista/las-disputas-por-esas-tunicas-negras/</span><span style="font-size: x-small;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in 0in 0.0001pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 10pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in 0in 0.0001pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 10pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in 0in 3pt; text-indent: 22.5pt;"><span style="font-family: Georgia, serif;"><span style="font-size: large;">La muerte ha vuelto a rondar la Corte Suprema de Estados Unidos, esta vez para reclamar a Ruth Bader Ginsburg, una erudita y liberal que desde antes de llegar al estrado venía luchando decididamente a favor de los derechos de la mujer en una sociedad inherentemente desigual y muchas veces machista. Su muerte ha desatado el debate político de siempre porque, al fin y al cabo, los nombramientos de los jueces del Tribunal Supremo son nombramientos basados en fundamentos ideológicos y políticos de quienes los hacen. Y que no se asombre nadie con esta afirmación porque así ha sido toda la vida y así continuará siendo. Mientras la Constitución diga lo que dice y los políticos no varíen su entendimiento sobre la función judicial del más alto tribunal, se seguirán haciendo las cosas del mismo modo.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in 0in 3pt; text-align: justify; text-indent: 0.5in;"><span style="font-family: Georgia, serif;"><span style="font-size: large;">Ya comienza a perfilarse el debate en cuanto a si el presidente Donald Trump debería abstenerse de hacer el nombramiento de reemplazo de la juez Ginsburg en los restantes meses que quedan de su mandato por tratarse de un año electoral. En el 2016, la mayoría republicana del Senado rehusó considerar por esta razón al nominado del presidente Barack Obama. Ahora, sin embargo, esa mayoría parece haber cambiado de opinión y se propone confirmar en las próximas semanas a un nominado de Trump con tal de no dejarle a los demócratas la posibilidad de nombrar a uno de los suyos.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in 0in 3pt; text-align: justify; text-indent: 0.5in;"><span style="font-family: Georgia, serif;"><span style="font-size: large;">En Estados Unidos no tienen ningún problema de estatus que dilucidar. Sus grandes controversias, las que más pasiones desatan en la sociedad norteamericana, están relacionadas con cuestiones como aborto, equidad, raza, privacidad y otros derechos civiles cuya defensa y reconocimiento continúan evolucionando y están presentes en el día a día del debate público. Y los partidos políticos saben que la Constitución y las leyes no dicen lo que dicen, sino lo que el Tribunal Supremo dice que dicen. Por eso es que los partidos políticos se disputan esas túnicas negras.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in 0in 3pt; text-align: justify; text-indent: 0.5in;"><span style="font-family: Georgia, serif;"><span style="font-size: large;">En más del noventa por ciento de los casos que llegan a nuestros tribunales de primera instancia no vienen a cuento esos factores ideológicos a los que me he referido antes, sino que las controversias están relacionadas mayormente con asuntos de obligaciones y contratos, daños y perjuicios, familia, herencias y los de naturaleza procesal o derecho probatorio, entre otros, los cuales rara vez llegan al Supremo de Estados Unidos. Pero cuando, por ejemplo, llega un caso de cuya resolución dependa quién será el próximo presidente de Estados Unidos —recuérdese el resultado del colegio electoral en Florida en 2000 entre George W. Bush y Al Gore— es muy probable que prevalezca aquel litigante identificado con la administración del partido que hizo los nombramientos de la mayoría de los jueces del Tribunal.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in 0in 3pt; text-align: justify; text-indent: 0.5in;"><span style="font-family: Georgia, serif;"><span style="font-size: large;">En materia de nombramientos judiciales, los partidos políticos son adeptos a la doctrina del “banquete total”, por la cual una mayoría simple en el Tribunal Supremo no les satisface, sino que aspiran a una mayoría absoluta de jueces de su mismo parecer, de su misma visión de mundo. En este momento del trumpismo, se buscarán jueces que sean sus aliados en el conservadurismo y la regresión a las interpretaciones judiciales de los derechos según existían en tiempos pasados. Por nada del mundo Trump renunciará, pues, a su propio banquete.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in 0in 3pt; text-align: justify; text-indent: 0.5in;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Georgia, serif; text-indent: 0.5in;">Esa doctrina la hemos visto aplicada en nuestra propia casa, en el Tribunal Supremo de Puerto Rico, que lamentablemente se puso en ejecución a iniciativa del propio Tribunal cuando estaba constituido por siete miembros. Entonces los cuatro jueces de mayoría nombrados por el PNP, pidieron —estando ese partido en el poder— que se aumentara su plantilla a nueve, con lo cual la mayoría simple de cuatro pasó a ser una mayoría absoluta de seis a tres. Ahora, esta aumentará siete a dos en los últimos días del mes de diciembre próximo ante la jubilación forzosa de una de las juezas nombradas por el PPD. Y si no me creen, apúntenlo donde no se borre.</span><span style="font-family: Georgia, serif;"> </span></span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7481395947615813438.post-29774077394458937292020-09-18T09:06:00.001-04:002020-09-18T09:40:48.823-04:00Fraude contra el PUA: guiso fácil<p> <span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 10pt; text-align: justify;">Por: Hiram Sánchez Martínez</span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in 0in 0.0001pt; text-align: justify;"><i><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 10pt;">El Nuevo Día</span></i><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 10pt;">, 18 de septiembre de 2020, p. 36.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in 0in 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 10pt;">Versión electrónica de 17 de septiembre de 2020:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0in 0in 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 10pt;">https://www.elnuevodia.com/opinion/punto-de-vista/fondos-del-pua-guiso-facil</span><span style="font-family: "Times New Roman", serif;">/<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 3pt; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 3pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">Esta vez no estaremos en el medallero de la delincuencia porque se ha descubierto en muchos estados de Estados Unidos un fraude masivo al programa de Ayuda por Desempleo por la Pandemia (PUA en inglés) que va por los millones largos y que tiene a las agencias de ley y orden muy ocupadas y sin dar abasto para investigar y procesar a los responsables. Ellos se llevarán las medallas. Nosotros no estaremos en el medallero. No por no habernos esforzado seriamente para llegar en las primeras posiciones, sino porque ellos tienen mayor población, o han resultado más listos, o lo han hecho a mayor escala. Pero estaremos en la lista, cargaremos con la mancha imborrable de la deshonra con la que queda marcado a veces el rostro de los pueblos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 3pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">Hicimos un gran esfuerzo, aunque ninguno nos haga sentir orgullosos: desde menores habilidosos de colegios de renombre —de «buenas familias» y mejores ejemplos para el cultivo de la moral y la ética— hasta confinados en instituciones carcelarias, lugares que deberían ser a prueba de esos tejemanejes con el exterior y no lo son. Sin que nos olvidemos, claro está, de miembros de la Policía —con rango o sin él— que se han aprovechado de la facilidad con que el sistema puede ser burlado para el cobro de beneficios federales. De hecho, creo que hay una muestra representativa de todos nuestros estamentos sociales en esa participación delictiva, por aquello de que en una sociedad democrática y progresista como la nuestra no debería haber discrimen en la provisión de ingenio para el tumbe y la jaibería.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 3pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">¿Dije progresista? Ha debido ser un lapsus porque ninguna sociedad que adopta el delito como conducta común y corriente de una parte representativa de diversos segmentos poblacionales podría ser tildada de progresista, sino, en todo caso, de retrógada o regresiva. Aunque los delitos no impliquen violencia. Es como si hubiésemos fracasado en lo elemental: en que todas las personas reconozcan desde la niñez el valor de la honradez, que es la base de la confianza mutua que supone la convivencia en paz y armonía; que cada cual sepa los límites de la conducta admisible y aprendan a identificar la línea que nunca debe cruzarse.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 3pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">Lo mismo que aquí, las prisiones allá han sido terreno fértil para ese tipo de fraude. Ha habido una gran incidencia de reclamaciones fraudulentas al PUA, muchas de las cuales han sido hechas por reos renuentes, pero actuando forzados por el grado extremo de intimidación y violencia que acaece en los entornos carcelarios. Y los que puedan probar eso en su día —tanto allá como acá— tendrán disponible una defensa afirmativa que podría librarlos de responsabilidad penal. Pero ¿y los demás? ¿Y los empleados públicos que sin excusa falsearon información para cualificar para los beneficios? ¿Y los menores, aquellos niños bien que tomaron el robo de fondos públicos como un «juego de tronos», con qué cara se presentarán ante el juez o la jueza?, ¿qué teoría se les ocurrirá invocar para salirse con la suya?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 3pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">Llegado el momento, y suponiendo que haya convicciones en los delitos o faltas que se imputen, los jueces y juezas tendrán la responsabilidad de diseñar medidas ejemplarizantes adecuadas que hagan entender que el robo de fondos públicos debe ser penalizado firmemente, tanto para desalentar este tipo de comportamiento en los demás ciudadanos, como para facilitar la rehabilitación de los delincuentes así declarados.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 3pt; text-align: justify; text-indent: 0.3in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;">Que sepan que no es cuestión de deslumbrarse ante el festín de fondos federales que nos llegan y suponer que sin tener derecho, pero con un poco de ingenio y buena suerte, se pueden apropiar de estos sin mayores riesgos. Porque los que han incurrido en este tipo de conducta delictiva probablemente razonaron igual que hizo el Pedro Navaja de Rubén Blades cuando vio caminando sola por la calle a aquella mujer, y dijo: «Guiso fácil», sin saber que ella le tenía preparada una gran sorpresa, de esas que da la vida.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 18.399999618530273px; margin: 0in 0in 3pt; text-indent: 0.3in;"><span style="font-family: Georgia, serif; font-size: 14pt; line-height: 21.466665267944336px;"> </span></p>Hiram Sánchez Martínezhttp://www.blogger.com/profile/08914874657208160844noreply@blogger.com0