En mi libro «Quería ser como Charles» dedico un fragmento a La Guarapa, aquella enajenada mujer que deambulaba por las calles del Yauco de mi niñez. Este es el texto [en el diálogo inicial, quien habla es mi madre]:
«—Cuando Fincho pase por ahí al frente, métanse pa dentro inmediatamente, que está loco. ¡Ah, y no le hablen!
»Esa advertencia me hacía recordar la que, cuando vivíamos en el pueblo, me había hecho sobre La Guarapa, una mendiga demente y harapienta que pululaba muchas veces por La Trocha y se sentaba en la acera, frente al cafetín de Paco Ruiz o del almacén de don Lolo Toro, a mirar pasar la gente mientras decía una ensarta de disparates. La “reputación” de ella, según mami, era que le gustaba “llevarse” —queriendo decir “secuestrar”— a los niños para matarlos. Cuando yo iba o venía de la escuela y alcanzaba a verla de lejos, cruzaba inmediatamente al otro lado de la calle para evitar pasarle cerca y que me llevara. De verla, nada más, se me aflojaban las rodillas.
»Por eso, aprendí a tenerle a Fincho la misma desconfianza que a La Guarapa y, cuando jugábamos frente a la casa y lo veíamos caminar en dirección de Los Cruceros, salíamos despavoridos a escondernos en lo que él pasaba» (pág. 49).
Ahora, gracias al genealogista guayanillense, Dr. Otto Sievens Irizarry, me he enterado de que el nombre propio de la Guarapa era Teresa García González (1909-1979), y que también era conocida en Guayanilla, hasta donde evidentemente llegaban sus correrías demenciales. Reproduzco, con su autorización, las palabras del Dr. Sievens:
«Los recuerdos de la niñez afloran constantemente. “La Guarapa” que yo conocí era una loca que caminaba desde la Jácana de Yauco hasta Guayanilla y sus barrios. Recorría el territorio con muchas mudas de ropas superpuestas y pulseras, algo así como una gitana. Dormía donde la cogía la noche y tiraba piedras y maldiciones a los muchachos que le gritaban “Guarapa”.
»Alrededor de los enajenados del pueblo se crean mitos y a mí me habían explicado que “Guarapa” había sido maestra. Fue mi madrina Cándida Torres Patrón, vecina del barrio Jácana quien me confrontó: ¿Quién?, ¿Teresa, maestra? Y llegó el conocimiento de algunos aspectos de su vida, los cuales quiero callar.
»Más tarde, averigüé que su familia era oriunda del barrio Algarrobo de Yauco y se habían mudado a la Jácana. Me contaron que estaba felizmente casada con un chofer de camiones de caña a quien le decían “Guarapo”. Quedó viuda y cayó en un estado de depresión profundo. Pasó a ser “La Guarapa”. Ya nadie recordó que Teresa García era su nombre de pila.
»Cuando alguna de las mujeres del pueblo se viste de forma estrambótica, que llama la atención por su atuendo, resurge el espíritu de “La Guarapa”». (Recuerdos de Guayanilla, 2012).
Como ven, los loquitos y loquitas de cualquier pueblo de Puerto Rico, tenían sus nombres propios y de seguro su propia historia. Ahora lamento no haberle preguntado a mis mayores, cuando aún vivían, cuánto conocían de estos personajes de mi pueblo para haber podido escribir algo sobre ellos. Aparte de La Guarapa, los más conocidos en el Yauco de mi niñez eran Rolando Bocaepote, Míster Nolan, Palosdós, Juanito Botellas, Tornillo, Tinita, Salvita y Rosa la Loca. Pero había más. Algunos pertenecían a familias corsas de alcurnia (Rolando Antonmattei, Nolan Paoli y Julio Guilormini).
En fin, que ahora que sé su nombre y que su apodo no me infunde aquel temor infantil de entonces, solo me resta decir:
¡Te recordaremos siempre, Teresa García González!