El parte de prensa es claro: los vecinos de Cupey en Río Piedras, hastiados de una invasión del helecho flotante denominado «Salvinia molesta»en el lago Las Curías, el cual impide sus usos recreacional y turístico, optaron por una solución radical: importar desde el estado de Luisiana un insecto para que se lo coma. Se trata del artrópodo picudo «Cyrtobagous salviniae», oriundo del sur de Brasil, pero comprobadamente efectivo en estos litorales.
No pude menos que pensar al leer la noticia «¡Diantre!, ¿por qué no se nos había ocurrido antes traer un insecto para ver si podemos acabar con la otra plaga de amplio alcance que atormenta a todo el país: la de la corrupción gubernamental?». Sabemos que en el Capitolio y en ciertas agencias públicas han estado creciendo unas especies parasitarias del tipo «Corruptionis abyectae», que parecieran pegadas con Crazy Glue a sus escaños y escritorios, y que por la historia reciente —la de los últimos treinta años— se ha dedicado a multiplicar sus fortunas personales a base de prebendas, de la concesión de canonjías, de la aceptación de sobornos y de millonarias mordidas. Si aquella plaga no se le resiste al impulso devorador del artrópodo picudo, a lo mejor, en la misma universidad donde los cupeyanos encontraron el efectivo insecto, pudieran decirnos dónde conseguir otro de tan efectivo impacto contra el «Corruptionis abyectae».
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