miércoles, 16 de febrero de 2011

Todo el mundo lo sabe

Mi mujer no sabía de la existencia de este blog. Pero el sábado recibió un mensaje de una de sus amigas que la llamó para preguntarle que cómo era posible que permitiera que yo publicara «esas cosas» sobre ella (sobre mi mujer). Así que, una vez lo leyó y comprobó que era cierto lo que le contaban, me hizo ir a la caseta de herramientas en el patio con un pretexto inocuo y, sin que yo pudiera evitarlo, me encerró allí con candado.

Menos mal que oyendo la radio del vecino me enteré de que al presidente del Colegio de Abogados le había pasado algo similar: que por hablar con los miembros de su colegio sobre un pleito pendiente, el juez de Estados Unidos en Puerto Rico lo encarceló.
No fue sino hasta hace un rato que mi mujer me liberó, pero, con la condición de que no volviese a hablar de ella. Por eso he decidido que cuando vaya a aludir a ella me referiré a «mi hermana», cuando hable de mi hermana me referiré a «mi tía», y cuando hable de mi tía me referiré a «mi abuela», con el inconveniente de que todo el mundo sabe que mi abuela se murió hace más de veinte años.


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