Publicado el sábado, 26 de
noviembre de 2016, en
El Nuevo Día Digital
http://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/requiemporfidel-columna-2266575/
Lo
que no sabíamos era ni el día ni la hora. Pero la comprobación nos vino esta
mañana por todos los medios posibles: digitales, impresos, visuales y
auditivos. Fidel Castro murió anoche a las 10:29 en La Habana.
Los
discursos de la oficialidad política del mundo entero que he visto durante la
mañana de hoy han sido parcos, sin dejar, claro está, de presentar cada cual
los matices esperados de conformidad con las inclinaciones ideológicas que a
cada uno mueve.
Los
tres aborígenes taínos que sumergieron al colonizador Diego Salcedo en las
aguas del río Añasco hace quinientos años para comprobar si los españoles eran
inmortales o no, tuvieron que esperar menos tiempo que los cubanos de dentro y
de fuera de Cuba para averiguar si Fidel lo era. Porque había quien le atribuía
propiedades de divinidad o inmortalidad, lo mismo que a Salcedo. Mas el tiempo,
el implacable, todo lo revela en su gran esplendor.
A
Diego Salcedo se le recuerda por ser el protagonista trágico de esa anécdota
histórica. En cambio, a Fidel se le recordará por ser uno de los protagonistas
de mayor relevancia en la historia política del siglo XX. Para muchos, Fidel
solamente ha sido un dictador brutal; para otros un adalid contumaz de la
justicia social. Ambos grupos defenderán sus posiciones inamovibles con rigor y
hasta con fanatismo. Otros, los menos, tendrán un juicio ecléctico mediante el
cual intentarán conciliar del régimen castrista aquellos elementos que para
muchos son irreconciliables.
Los
que peinamos canas, aún recordamos con viveza algunas de las efemérides
vinculadas a su liderato. En 1961 resistió y derrotó la intentona combinada del
exilio cubano y la CIA de derrocarlo mediante la invasión del territorio
nacional por Bahía de Cochinos. En 1963 el mundo estuvo en vilo por largos días
ante los efectos de su decisión, que le había permitido a la entonces Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (la U.R.S.S.) que instalara misiles nucleares
en suelo cubano. El presidente Kennedy ordenó el bloqueo naval de Cuba y el
primer ministro soviético, Nikita Kruschev, ordenó a su flota naval intentar
traspasar el bloqueo norteamericano. Era el legado de John Wayne aplicado al
mundo real. Entre ambos países, EE.UU. y la U.R.S.S., poseían el arsenal de
armas nucleares más grande del mundo y la capacidad de aniquilar la mayor parte
de la humanidad en una Tercera Guerra Mundial.
Según
los servicios de inteligencia cubana, Fidel sobrevivió a más de 600 atentados a
su vida. Sobrevivió a la presidencia de nueve presidentes de Estados Unidos y a
cuatro papados. Ya de viejo, se cayó de bruces frente a las cámaras de
televisión al enredarse en sus propios pies al bajar una escalera y salió ileso.
Con cada aparición pública que hacía, veíamos cómo iba perdiendo músculos, peso
y pelos en la barba que se volvió ralita, y también la disminución de la potencia
de una voz que en otra época pronunciaba discursos de horas y horas y más
horas.
Sobrevivió,
además, a muchos anuncios anticipados sobre su muerte, que circulaban de vez en
cuando en Miami y sacaban por un rato a los cubanos del exilio a bailar en medio
de la Calle 8, antes de recibir la noticia de que se trataba de algún rumor
malintencionado de no se sabía quién.
Lo
creman hoy, para pasear luego sus cenizas en un periplo de nueve días por la
isla de Cuba. Los cubanos de la isla tendrán la oportunidad de enjugar su pena,
despedirse de sus cenizas y preservar su recuerdo. Y nosotros esperaremos a que
la Historia talle la verdadera dimensión de este líder que una vez reclamó que
ésta lo absolvería.
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