No sé si su rostro refleja perplejidad, temor o melancolía porque su foto en la
prensa puede prestarse para ilustrar cualquiera de esos tres estados de
ánimo. Con el anuncio de hoy, el secretario de Transportación y Obras Públicas,
que también dirige la Autoridad de Carreteras, ha puesto a temblar a los hoyos
y cráteres que habitan orondos en medio de nuestras carreteras. Al menos eso
es lo que él, de seguro, cree. El Gobierno se propone, ha dicho el secretario como quien da una buena noticia esperada por todos desde tiempo
inmemorial, repavimentar algunos tramos y reconstruir otros. En otras palabras,
que ha llegado el momento de decirle adiós a los hoyos.
Como la noticia también se
esparció por radio en la hora pico y de tránsito de poca —y a veces ninguna—
velocidad, hubo hoyos que escucharon lo que se suponía fuera para ellos una
mala noticia y se echaron a reír. En cualquier otro país de esta parte del
mundo, un anuncio como ése los habría puesto a temblar y a conspirar sobre cómo
sabotear el trabajo de las brigadas de pavimentación y «bacheo». Pero
conociendo ellos cómo trabaja —o no trabaja— el Gobierno con estos asuntos, los
hoyos simplemente se pusieron a hacer apuestas entre ellos mismos sobre cuántos
años más le tomaría al Departamento cumplir su amenaza de «taparlos».
Y es que a la hora de
apostar, las experiencias de los últimos años son las «pistas» más confiables
para saber si en efecto habrá de notarse algún progreso en el estado de
nuestras carreteras. Como es sabido, aquí ponen un poquito de bitumul para que
los conductores nos creamos que algo bueno ha sucedido, y descubrimos un par de
semanas después que los hoyos han hecho metástasis y que ahora son más anchos y
profundos, y mayores en número, que antes.
La realidad es que los hoyos se mofan de nosotros. En la calle de entrada de mi
casa, sin ir más lejos, hay un grupito de hoyos que cada vez que pasamos nos sacan la lengua y se
burlan de los residentes de la urbanización. Pero me he dado cuenta y los tengo sentenciados. Por eso, cada
vez que entro y salgo de casa les paso el carro por encima. ¡Pa’ que se jodan!
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