No
hace tanto la
diversión en
las redes sociales era exhibir
fotos de personas, principalmente jóvenes, yaciendo con su cuerpo horizontal
boca abajo sobre los objetos o lugares más raros que puedan imaginarse. A esa
«diversión» le llamaron planking (del sustantivo plank, que en
español significa «tablón de madera»).
Poco tiempo después, cansados
ya de fotografiarse en el acto de imitar con sus cuerpos los tablones de
madera, iniciaron otra diversión: el owling (del sustantivo owl,
que en español significa «búho»). Consistía en fotografiarse en la pose
de un búho sobre cualquier estructura o superficie. Para ello la persona se
ñangotaba (se ponía en cuclillas) y dejaba caer los brazos a lo largo de su cuerpo.
Ahora, para completar la
trilogía del exhibicionismo lúdico, los jóvenes —y algunos viejos— del mundo
han implantado una nueva moda: la del reto del maniquí o mannequin challenge. A diferencia de las
anteriores, esta modalidad envuelve generalmente a más de una persona e,
incluso, multitudes. El «reto» consiste en no moverse (como si los sujetos
fuesen maniquíes) mientras alguien filma la imagen «congelada» (o «frizada»,
para que me entiendan los de aquí) de los «maniquíes». Mientras más dramática,
incómoda, sugerente, desafiante, original (añada usted su propio adjetivo) más
lucido resulta el reto del maniquí.
Y fíjense cómo son las cosas.
Los delincuentes no podían quedarse atrás. Según leo, la policía de Huntsville,
Alabama, ha arrestado a dos personas por portación ilegal de armas y posesión
de drogas luego de que veintidós delincuentes filmaran un reto del maniquí simulando
un tiroteo para el cual exhibieron diecinueve armas de fuego de diferentes
tipos y calibres. Luego de colocarlo en Facebook, el reto del maniquí se volvió
viral (se vio más de cuatro millones de veces) y la policía, al enterarse, fue
a darles su premio (en el allanamiento, ¡bingo!, encontraron armas, municiones,
chalecos antibalas y marihuana).
Aunque lo de Alabama no me
parece realmente ingenioso, sino más bien descarado, lo de Puerto Rico podría
ser distinto. Siempre queremos ser los más más. Y, la delincuencia nuestra,
tiene pinta de ser más osada y desalmada. Por eso no me sorprendería, dados los
tiroteos callejeros de los últimos tiempos, que a los gatilleros de las
narcopandillas se les ocurriera filmar su propio reto del maniquí en el que el
sujeto que parece muerto chorreando sangre, en el suelo en medio de la Ponce de
León, no sea un maniquí y que encima de eso le riamos las gracias con cuatro
millones de «Like».
No hay comentarios:
Publicar un comentario