domingo, 11 de diciembre de 2016

Mejores fotos para los del manicomio

Donald Trump reunió a una treintena de medios noticiosos y les pidió —¡de favor!— que en las fotos que publicasen no destacaran tanto su notable papada, como aparentemente habían hecho en fotos anteriores. Parece que el hombre no está muy contento, que digamos, con su hinchazón del cuello, rasgo que es en particular atractivo para los caricaturistas.
Naturalmente, cuando se dio a conocer la insólita petición, los deseos de incomodar a Trump se apoderaron de la Internet y, en cuestión de horas, ya eran virales todo tipo de fotos que hacían precisamente un destaque inmisericorde de la enormidad de esa parte de su cuerpo que el magnate inmobiliario, electo por los del manicomio como su nuevo presidente, no quería ver expuesta de modo tan risible. En esto prevaleció el ingenio de fotógrafos que muchas veces, ayudados por la legión de artistas gráficos que dominan la ciencia infusa del Photoshop, lograban la más burlesca presentación de su nuevo aspecto para deleite de los que se bañan en agua de rosas al llevarle la contraria y mofarse de él.
En realidad yo no entiendo esa desabrida preocupación por la mucha grasa alrededor del cuello cuando lo que llama más la atención de su apariencia es la morusa rala y colorá sobre la cabeza que él peina como si se tratara de la capota amarilla de un Cadillac convertible colocada sobre la de un Mini-Cruiser. De seguro mi barbero de Quebradillas, le haría un recorte y peinado para hacerlo presentable en sociedad —o ante los del manicomio que aún no salen del paroxismo de la madrugada del 8 al 9 de noviembre pasados—, ¡ah!, y por solo diez dólares más uno de propina.
O si no, que haga como yo, que vivo feliz con mi quijada kilométrica de hombre-luna, y hasta la fecha no he tenido que ir al siquiatra ni convocar a los medios para pedirles que me favorezcan en los retratos (si es que algún día deciden sacarme retratado, Dios no lo quiera).


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