viernes, 29 de marzo de 2024

¿Despierto?

       Hoy desperté con la sensación de que era abogado. La sensación de ser abogado es una sensación muy rara y me preguntaba a qué podría deberse. Pudo haber sido, pensé, porque viendo anoche un programa con título deportivo, pero contenido de política y tribunales, me impresionó que a uno que no era juez le decían juez, a otro que no era fiscal le decían fiscal y al tercero que era defensor unas veces le decían fiscal y otras nada más que «licenciado». Entonces, me acosté pensando que para mucha gente lo importante no es lo que uno es, sino lo que uno ha sido. Pero, como no soy abogado y la sensación de serlo es muy rara, me planteé de inmediato si era que había soñado que me había despertado y que eso de ser abogado pertenece al mundo de la fantasía. Probablemente no he despertado y siga soñando que estoy despierto.

lunes, 11 de marzo de 2024

Todos somos precadáveres

 Mi secretaria inexistente me avisó de que a la puerta se había presentado un hombre tan parecido a mí que, de no ser porque ella sabía que yo estaba adentro, en mi oficina, hubiera jurado que era yo mismo.

—Estas cosas suelen suceder —le dije—, es como los sedientos en el desierto que suelen ver normalmente espejismos de oasis inexistentes. Hágalo pasar.

La realidad es que sí, que se parecía a mí, pero al revés. Como cuando uno se mira al espejo y la partidura del lado izquierdo aparece en el derecho o a la inversa.

—¿En qué puedo servirle? —le pregunté después de que le pidiera que se acomodara.

—Es que fui al tribunal a revisar un boleto por exceso de velocidad y cuando la jueza me preguntó el nombre, le respondí que yo era el precadáver del recurrente, o sea, de mí mismo, algo que estaba apuntado en los papeles

—¿Y cuál es el problema legal en que yo le puedo ayudar?

—Bueno, es que cuando la jueza quiso saber a qué me refería con eso del «precadáver» yo simplemente le dije: «Es más fácil, su señoría, que yo le dé un ejemplo, para que lo entienda. Usted es el precadáver de la jueza que va a resolver mi caso, y este señor que está de pie al lado mío es el precadáver del policía que me expidió el boleto». Entonces, la jueza montó en cólera y me dijo que yo estaba utilizando una metáfora para proferir amenazas de muerte y anunciar mi suicidio; me suspendió el caso para el mes que viene y me dijo que debía demostrarle una causa, o algo así, para no ponerme un desacato y que la próxima vez debía ir con un abogado.

—¿Usted le respondió algo?

—Simplemente le dije que yo había faltado a la escuela el día que enseñaron eso de las metáforas, pero que, por si acaso, lo único que yo quise decir fue que todos los seres humanos vivos somos los precadáveres de nosotros mismos, que simplemente estamos en espera de morirnos. Y poco faltó para que me tirara con el mallete. ¿Puede creer una cosa como esa?

—¿Qué? De los jueces… claro que podría creerlo.

—La cuestión es si usted puede representarme.

—Bueno, ya yo no brego con precadáveres ni jueces que montan en cólera, pero lo puedo referir a un primo —bueno, creo que primo tercero— que antes era juez, y al que siempre le han gustado las causas perdidas.


Publicado originalmente el 11 de marzo de 2024 en la revista «Ley y Foro» del Colegio de Abogadas y Abogados de Puerto Ricohttps://tecnocaapr.org/sanchismos-2/