lunes, 28 de marzo de 2011

Repítase con tonada de sonsonete


Acabo de llamar a mi hermana, que es maestra, para hacerle una consulta, pues he leído esta mañana que en la encuesta de El Nuevo Día, el gobernador Fortuño y la Asamblea Legislativa sacaron notas de «D» y «F». Su contestación me dejó aturdido: «Quien saque notas de “D” y “F” conmigo, se cuelga y tiene que repetir el grado». «¿Cómo que repetir el grado?», insistí. «Pues, que tiene que estar otro año más conmigo».
De pronto enmudecí pero, al cabo, pude reponerme. Comprendí que en el fondo se trata de una buena noticia. Si Fortuño, Jennifer González y Rivera Shatz tienen que repetir otro cuatrienio, entonces debo celebrarlo. Ésa es mi ilusión: que los que votaron por ellos en el 2008, no los puedan «botar» en el 2012, y tengan que soportarlos cuatro años más. ¡Pa’ que se… sepan que las malas decisiones deben tener consecuencias!
¡Que se cuelguen!, ¡Que se cuelguen! (Repítase con tonada de sonsonete).

domingo, 27 de marzo de 2011

El Chacal de la Trompeta


Cuando era niño, escuchaba a mi madre cantarle a mis hermanos infantes puestos en la cuna, ciertas nanas que servían para que estos dejaran el jirimiqueo y se pusieran a dormir. Había una que decía: «Duérmete nene, que ahí viene el cuco, / y tu madre bonita te traerá flores». Esta semana recordé estas nanas de mi madre —de la mía, no de la del gobernador Luis Fortuño— cuando en una conferencia de prensa éste anunciaba la presentación de un nuevo Código Penal con penas más severas que las del actual. En esa ocasión, Fortuño nos cantó esta nana:
«Puerto Rico necesita un código que le dé garras al sistema de justicia, para sacar a los criminales de las calles y devolverle a nuestras comunidades la seguridad que tanto ansían».
De seguro hubo muchos que hicieron lo que yo. ¿Qué qué hice? Pues traté de imaginar que estábamos jirimiquiando —¡qué digo jirimiquiando: gritando a todo galillo!— como pueblo, por los cien asesinatos mensuales que nos coloca en ruta de conseguir que este año sea el segundo más violento en la historia de Puerto Rico, y que Fortuño, valiéndose de la melodía de la de «Duérmete nene», nos cantó su nana con esa habitual falta de naturalidad y esa voz suya desentonada que provoca en nosotros movimientos intempestivos del intestino que terminan siempre en resultados de mal aspecto y olor.
No, Fortuño, no. Los estudios hechos por el Departamento de Justicia de Estados Unidos demuestran que eso no es práctico, y que penas más altas crean un problema mayor de hacinamiento carcelario que lo obligará a usted a aprobar leyes de bonificaciones muy «generosas», para lo cual tendrá que inventarse otro sonsonete, con la melodía de «Duérmete nene». Algo así como: «La constitución de Puerto Rico encarna el principio de la rehabilitación. Queremos ser sensibles a los casos de confinados que quieran rehabilitarse. Éstos deben reincorporarse a la sociedad cuando su buen comportamiento y trabajo así lo aconsejen».
Gobernador, los estudios también demuestran que no puede reducirse la criminalidad cuando la tasa de esclarecimiento de delitos es inferior al 50 por ciento de los cometidos. Si el delincuente cree que la mayor probabilidad es que no lo cojan, le seguirá sacando la lengua y tirándole trompetillas a usted y al Súper de la Policía. Una vez el crimen se ha cometido, el énfasis debe ser en mejorar los mecanismos de investigación, tanto de personal —policías, científicos forenses, fiscales— así como de equipo y tecnología hábil.
No siga, por favor, con sus cancioncitas de cuna, porque nosotros ya estamos creciditos y nos conocemos a ojo cerrado el camino de los colegios electorales donde le daremos nota a sus repetidas desafinaciones. ¡Y le irá peor que con El Chacal de la Trompeta!

domingo, 20 de marzo de 2011

A comer «baby foods»

Debió haber sido que no le sedujo la idea de aguardar un año (de dieta y ejercicios) para ponerse a rebajar, como hicieron sus compañeros «cenadores» Carmelo Ríos y Roberto Arango. Digo esto porque otro periódico informa que la «cenadora» Lornna Soto, luego de aquel extraño incidente de hace unas semanas en un restaurante mexicano —cuando se tragó un pedazo de tenedor plástico con un burrito de pollo y tuvo que ser operada—, ha rebajado nueve libras tras una dieta sencilla de baby foods.
Sé de lo dicho en el Nuevo Testamento en cuanto a que lo dañino es lo que sale de la boca y no necesariamente lo que entra en ella, pero es evidente que Lornna Soto desatendió el sentido figurado del texto al pretender consumir el burrito con todo y tenedor. Luego del susto inicial que supone no poder digerir un pedazo de plástico atascado en el esófago, imagino que la «cenadora» ya respira más tranquila entre pote y pote de baby food. Y nosotros también. Durante los días de su convalecencia, no hemos tenido que escuchar lo que «sale de su boca» como, por ejemplo, que su corrupto amigo y compañero del Senado, Héctor Martínez, es inocente a pesar de que un jurado de la Corte de Estados Unidos en Puerto Rico, lo declaró culpable de soborno y conspiración.
Esto me hace pensar si no sería conveniente que el Presidente del Senado, Thomas Rivera Shatz, que tanto dinero gastó en alquilar una guagua para llevar a sus «cenadores» a la corte federal para respaldar a su compañero de partido Héctor Martínez durante el proceso penal en su contra, de vez en cuando alquilara la misma guagua para que los lleve a «cenar» burritos con salsa picante y guacamole al centro de la ciudad. No para que rebajen de peso, claro está, sino para que se callen por unos días.

viernes, 18 de marzo de 2011

Dieta de dietas

Uno de los periódicos da cuenta de que los senadores —¿o mejor «cenadores»?— Carmelo Ríos y Roberto Arango han perdido una gran cantidad de libras que los han devuelto, otra vez, a las tallas de pasarela. Muy ufano, Ríos revela que decidió ponerse a dieta cuando un día alguien se refirió a él —al alcance de su oído— como «el gordito». Ambos parecen ser de los que aprovechaban la comida gratis del restaurante del Capitolio o de los que se pasan la vida cacheteándole almuerzos a la comparsa de lambeojos y empresarios «desinteresados» de los que andan siempre rodeados, para dar rienda suelta a su gula. Lo cierto es que son muchos los que entran flacos y salen gordos, y entran pelaos y salen forrados.
A mí me parece que la mejor dieta que podrían hacer todos los senadores y representantes es hacer dieta de las dietas, es decir, abstenerse de recibir las dietas que así llaman a ese segundo salario que los legisladores cobran por ir a firmar una hoja de asistencia de las vistas públicas a las que realmente no asisten. Porque debemos ver las dietas como una especie de propina, pues ellos cobran ya un salario mensual fijo. Por eso, debemos preguntarnos si está bien pagarle esa propina dietética. Si en un restaurante no dejamos propina cuando el servicio ha sido malo, y en nuestras casas no pagamos a nadie por una chapuza mal hecha, entonces ¿por qué tenemos que pagarles dietas a nuestros legisladores por un trabajo esmeradamente deficiente?

martes, 15 de marzo de 2011

Gracias, Carmen Dolores

Agradezco la crítica que le hizo la Dra. Carmen Dolores Hernández a mi libro Cuentos inveraces para ser creídos. Para los que no la vieron el pasado domingo, 13 de marzo de 2011, en «La Revista» de El Nuevo Día, pueden accederla en


De todos modos, el fragmento que atañe a mi libro (reseñó otros dos en el mismo artículo), se lee así:

CUENTOS INVERACES PARA SER CREÍDOS
Los 24 cuentos –todos muy cortos- reunidos en este libro de título más bien complicado, “Cuentos inveraces para ser creídos”, son más bien viñetas que parten de situaciones, acciones o circunstancias muy concretas y llegan a adquirir visos de fantasía. La separación de unos siameses, por ejemplo, le trae a ambos más conflictos sentimentales que ventajas; la desobediencia del narrador de uno de los cuentos a los pedidos que le hiciera el padre cuando aún estaba en vida provoca una situación inusual con su cadáver; la alteración tecnológica de unas fotografías activa una alteración paralela en los sujetos fotografiados; un espejo en el que se mira un hombre le devuelve una imagen que no es la suya en la actualidad; unos ojos conservan, tras la muerte, la última mirada de lo que vieron en vida.
Se trata de cuentos que despliegan ingenio: en ocasiones no pasan de ser chistes. En otros casos se acercan a la fantasía. Están escritos, sin embargo, de manera amena y con un humor que los convierte en lectura agradable.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Miércoles de ceniza

Miércoles, miércoles de ceniza. Mi esposa la oye roncar desde el pasillo y se pregunta por qué no se habrá levantado todavía si ya son las siete. A esta hora debía estar en la cocina hirviendo el agua para el café. Entra a la habitación. «Definitivamente está dormida», piensa mi mujer, y la llama quedamente: «Mami, despierta que son las siete». Ella sigue con el concierto de ronquidos y sonidos guturales que solo son compatibles con un sueño profundo. Ensaya una voz menos queda, esta vez unida a una suave sacudida de los hombros. Nada. Le toma la cara entre las manos y repite el suplicatorio: «¡Mami, mami, despierta!». Pero su mami continúa dormida, bajo los efectos de un coma resultante de un evento catastrófico de hemorragia masiva en el cerebro. Y el miércoles sigue siendo miércoles, miércoles de ceniza.

domingo, 6 de marzo de 2011

Mi hermano Güis

Si Benedicto XVI no ha mandado a alterar el calendario —como una vez hizo Gregorio XIII con respecto al juliano—, mi hermano Güis cumple años hoy. Y todavía debe ser menor que yo, aunque sea por uno. José Luis, que es su nombre de pila, es mi coprotagonista en Cuesta de los judíos número 8, el mismo que me acompañó a casa de doña Luz y Cúper aquella ocasión cuando, de niños, nos dieron permiso para ir a ver, por primera vez, la televisión que acababa de llegar al barrio. Era un televisor en blanco y negro, inicialmente el único en el vecindario, y había que aguardar un rato a que los tubos se calentaran para que pudiera aparecer una imagen de poquísima resolución, pero de muchísima inspiración para nuestros juegos diurnos de indios y vaqueros. ¡Qué bueno que ya ni Güis ni yo tenemos que ver películas de vaqueros! Pero disfrutamos siendo hermanos, como entonces.

sábado, 5 de marzo de 2011

Mis primos son así


En un país en el que la mayoría de su gente no sabe si somos o no somos, se gasta mucha energía en lo de las elecciones de cada cuatro años. En las de 2008, dos de mis primos —hermanos entre sí—, dejaron de hablarse por razones de la política liliputense con que nos entretenemos eternamente.
Uno de ellos —el que es penepé— hablaba mal del candidato popular, Aníbal Acevedo Vilá, a quien acusaba de corrupto. El otro —que es popular— acusaba a Luis Fortuño de farsante, de querer hacerse del poder para despedir empleados públicos, privatizar servicios gubernamentales y ubicar en su gobierno a los sospechosos de siempre: la clase de empresarios corruptos y de los blanquitos de Guaynabo City. Fortuño negó las imputaciones. Todo el mundo recuerda que dijo que sólo se quedaría sin trabajo el entonces gobernador Acevedo Vilá.
Llegaron las elecciones y Fortuño le dio la pela del siglo a Acevedo Vilá (más de doscientos mil votos). Entonces se cumplieron las profecías y vino lo del despido masivo de empleados públicos (lo mismo que Acevedo Vilá había vaticinado), el aumento de las contribuciones, el favorecimiento de sus empresarios, la Ley 7, sin contar que le ajotó la jauría de los pitbull azules de la Fuerza de Choque a los estudiantes en huelga de la UPR en un condenable abuso de la fuerza bruta. Mi primo, el popular, fue uno de los primeros que botaron y, desde ese momento, dejó de hablarle a su hermano, el penepé. A las dos semanas, también botaron al penepé.
Hace un rato, mi primo popular vino a verme. Me dijo que va mañana para la asamblea convocada por Alejandro García Padilla (en la que éste anunciará su candidatura por el Partido Popular a la gobernación). Mi primo pedirá un turno para proponerle a los populares allí reunidos que voten masivamente por Luis Fortuño en 2012, y no por Alejandro.
—Te apagarán el micrófono y te sacarán con camisa de fuerza. Además, ¿por qué los populares deberían cometer una locura como esa? —le pregunté.
—Para que los puertorriqueños que votaron por Fortuño en el 2008, tengan cuatro años más de sufrimiento.
—Pero eso es como sacarse uno mismo los dos ojos por tal de sacarle uno sólo al adversario.
—Pues has entendido muy bien.

jueves, 3 de marzo de 2011

Que Gutiérrez siga hablando


Hace unas semanas, Pedro Pierluissi, Comisionado de Puerto Rico en Washington, respingó ante las palabras del congresista puertorriqueño nacido en Chicago, Luis Gutiérrez, denunciando la deteriorada situación de los derechos civiles en Puerto Rico, desde el podio principal de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Pierluissi dijo entonces que solo él —Pierluissi— podía hablar a nombre de Puerto Rico, que Gutiérrez había ofendido a los puertorriqueños, que esperaba que fuera la última vez que Gutiérrez hiciera una cosa como ésa y que no deseaba encontrárselo en los pasillos del Congreso.
—¿Lo va a agredir? —le preguntó un periodista a Pierluissi.
Para bajar el tono de su amenaza de cafetín, trató de aguar un poco sus expresiones que, de todos modos, iban dirigidas a restarle legitimidad a la denuncia de Gutiérrez y a disuadirle de ulteriores denuncias.
Para contrariedad de Pierluissi, Gutiérrez volvió anteayer a la carga, ilustrando su discurso con fotografías de escenas que muestran claramente el abuso de fuerza física de la Policía contra manifestantes desarmados, y denunciando con un inglés «hispano» el intento de Pierluissi de acallar su voz de alarma y alerta. Para añadir sal a la herida de Pierluissi, Gutiérrez anunció hoy que vendrá próximamente a Puerto Rico a continuar su campaña a favor de que se respete el derecho del pueblo a la libre expresión. Todo parece indicar que vuelve a cumplirse aquello de que «al que no le gusta el caldo, le dan tres tazas». Sólo espero que las tres que le toquen sean abundantes en ají y pimienta negra.

martes, 1 de marzo de 2011

La letra eñe y los teclados

CLARIDAD, 11 al 17 de diciembre de 2008


La letra eñe y los teclados
En Rojo
Hiram A. Sánchez Martínez  /Especial para En Rojo

Luz Nereida Pérez siempre nos induce a la reflexión con cualquiera que sea el tema de su columna Hablemos español. La titulada Ñ (Claridad, 13-19 de noviembre de 2008), no ha sido la excepción. Y es que en ésta, la doctora Pérez nos toma de la mano para presentarnos la letra eñe, su linaje deslumbrante y su incorporación a palabras provenientes de otros idiomas. Un asunto que ha salido al encuentro de mis cavilaciones ha sido lo que expresa en el último párrafo:
“Así la emblemática letra eñe resulta intocable en la lengua española, la cual la boricua es una de sus manifestaciones regionales. Aún se recuerda el ridículo mundial de aquellos tecnócratas que propusieron su eliminación de los teclados de las computadoras, motivados por la codicia de quién vende más, tema que alcanzó primeras planas y todo tipo de comentario y puso en pie de guerra a España ante los tecnócratas y burócratas europeos.”
Lamentablemente, en Puerto Rico este asunto no nos ha puesto en pie de guerra; por el contrario, damos la impresión de permanecer ñangotados. La eliminación de la letra eñe de los teclados ha triunfado aquí porque no hemos sido capaces de comprender la magnitud de la afrenta a la que las multinacionales norteamericanas nos han sometido durante las últimas décadas al decidir qué nos venden y cómo nos lo venden. Y es que las computadoras que nos venden, como regla general, no incluyen en sus teclados la letra eñe, ni el acento, ni la diéresis, ni los signos iniciales de interrogación y exclamación. Son teclados dedicados al idioma inglés que no conoce la eñe ni estos otros signos ortográficos.
Lo escandaloso es que los norteamericanos dueños de las franquicias de venta de computadoras en Puerto Rico (e.g., Best Buy, CompUSA, Radio Shack, Circuit City) saben que somos un pueblo cuyo vernáculo es el español y, aun así, nos venden sus computadoras con teclados en inglés, que son teclados incompletos, distorsionados, para escribir el español. Estos mercaderes pierden de vista que los teclados para el idioma español sirven indistintamente para escribir ambos idiomas: inglés y español, pero no a la inversa. Sencillamente, no les importa. Peor aun, lo hacen porque hemos estado dispuestos a comprar lo que nos venden, sin chistar. Y si, de paso, para ellos esto refuerza la mentalidad de que todo lo estadounidense es mejor, incluido el idioma inglés, pues bienvenido sea este beneficio marginal.
Considero enteramente irracional que viviendo en un país hispanohablante tengamos que utilizar teclados que, para escribir la eñe, acentuar una vocal o utilizar el signo inicial de interrogación, haya que utilizar una combinación de teclas o los llamados “macros”. A esto debemos añadir el riesgo de desconcentración que existe cuando buscamos la combinación precisa de teclas para intercalar los signos ortográficos correctos. Esto no siempre fue así. Recuérdese la escritura en los tiempos de la maquinilla. La última que tuve, una IBM Selectric II, azul, tenía un despliegue completo de eñes, acentos, diéresis y signos de interrogación y exclamación que nos hacían la vida más fácil a la hora de escribir español. Y a ningún vendedor se le habría ocurrido ofrecernos una maquinilla con teclado en inglés.
Es escandaloso que no se haya exigido este respeto mínimo por nuestro idioma en las oficinas públicas ni siquiera durante las administraciones gubernamentales del partido que ha defendido por ley el español (¿recuerdan el Premio Príncipe de Asturias?). Las agencias de la Rama Ejecutiva han sido indiferentes al asunto, por no afirmar que se ha tratado de otra cruda manifestación de la mentalidad del colonizado. La Administración de Servicios Generales, agencia encargada de adquirir las computadoras para la Rama Ejecutiva, no requiere que los teclados sean para el idioma español, como debería ser. Aclaro, sin embargo, que la Rama Judicial sí ha demostrado respeto y aprecio por nuestro idioma al exigir que sus teclados sean en español.
Por otro lado, no se trata de que los fabricantes de computadoras no fabriquen o no vendan los teclados en español. Una de las compañías más conocida de venta de computadoras por el Internet ofrece cualquiera de ambos teclados por el mismo precio. ¿Por qué, entonces, no hace lo mismo cuando vende sus computadoras en las tiendas de la Isla? Además, cuando uno visita un país de habla hispana nota de inmediato que allí se venden todas las marcas de computadoras que se venden en Puerto Rico, y todas con teclado en español.
Pienso que, como pueblo, no hemos sido capaces de correlacionar el idioma de los teclados y la defensa de nuestro vernáculo. Enfrentados a la falta de la tecla del acento, muchas veces tomamos el atrecho de no acentuar, por ejemplo, una mayúscula inicial que debería estarlo. Es la regla del menor esfuerzo. Y no nos detenemos a pensar que cuando omitimos un acento o un signo ortográfico inicial porque estos no aparecen en el teclado de nuestra computadora, lo que resulta es un español viciado, corrompido, irreconocible. Con esto le asestamos un golpe inmerecido a nuestra lengua materna, a uno de los pilares de nuestra identidad como nación. Creo que nos estamos acostumbrando peligrosamente a la ausencia física de los signos idiosincrásicos del idioma español de nuestros teclados sin que ello nos provoque la más mínima reacción, y sin que nos interpele de modo alguno.
Un triunfo imprevisto de los tecnócratas.