sábado, 10 de febrero de 2024

El retrato de mi mujer con uniforme

     Tengo un retrato de mi mujer con su uniforme de cuando ella iba a la escuela. Podría tener quince o dieciséis años y aunque sé que es ella porque conserva sus rasgos distintivos de su fisonomía adulta, la realidad es que parecería que se trata —la de ahora y la de entonces— de dos personas distintas. A la de entonces —tres o cuatro años menor que yo— me hubiera gustado verla con su falda corta verde monte, su blusa blanca, sus medias bermudas dobladas sobre los tobillos y sus mocasines negros. Sí, me hubiera gustado conocerla en aquella época, incluso porque hubiéramos podido ser novios. Al menos eso creía yo hasta el día en que ella vio una de mis fotos a su misma edad e hizo un gesto de desagrado. ¿Tú dices que hubiéramos podido ser novios de habernos conocido en tu época en la escuela?, me preguntó con cierto retintín cuando se lo dije. Por supuesto, contesté con toda convicción. Con esa facha que tenías no me hubiera fijado en ti y ni siquiera te habría aceptado un piropo, me respondió. No supe qué replicarle. Me hice el desentendido consolándome con que la verdadera razón por la que ella no se habría fijado en mí es porque entonces ella tenía un novio que acaparaba todos sus afectos y ella, debo admitir, es una mujer muy fiel.

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