martes, 1 de marzo de 2011

La letra eñe y los teclados

CLARIDAD, 11 al 17 de diciembre de 2008


La letra eñe y los teclados
En Rojo
Hiram A. Sánchez Martínez  /Especial para En Rojo

Luz Nereida Pérez siempre nos induce a la reflexión con cualquiera que sea el tema de su columna Hablemos español. La titulada Ñ (Claridad, 13-19 de noviembre de 2008), no ha sido la excepción. Y es que en ésta, la doctora Pérez nos toma de la mano para presentarnos la letra eñe, su linaje deslumbrante y su incorporación a palabras provenientes de otros idiomas. Un asunto que ha salido al encuentro de mis cavilaciones ha sido lo que expresa en el último párrafo:
“Así la emblemática letra eñe resulta intocable en la lengua española, la cual la boricua es una de sus manifestaciones regionales. Aún se recuerda el ridículo mundial de aquellos tecnócratas que propusieron su eliminación de los teclados de las computadoras, motivados por la codicia de quién vende más, tema que alcanzó primeras planas y todo tipo de comentario y puso en pie de guerra a España ante los tecnócratas y burócratas europeos.”
Lamentablemente, en Puerto Rico este asunto no nos ha puesto en pie de guerra; por el contrario, damos la impresión de permanecer ñangotados. La eliminación de la letra eñe de los teclados ha triunfado aquí porque no hemos sido capaces de comprender la magnitud de la afrenta a la que las multinacionales norteamericanas nos han sometido durante las últimas décadas al decidir qué nos venden y cómo nos lo venden. Y es que las computadoras que nos venden, como regla general, no incluyen en sus teclados la letra eñe, ni el acento, ni la diéresis, ni los signos iniciales de interrogación y exclamación. Son teclados dedicados al idioma inglés que no conoce la eñe ni estos otros signos ortográficos.
Lo escandaloso es que los norteamericanos dueños de las franquicias de venta de computadoras en Puerto Rico (e.g., Best Buy, CompUSA, Radio Shack, Circuit City) saben que somos un pueblo cuyo vernáculo es el español y, aun así, nos venden sus computadoras con teclados en inglés, que son teclados incompletos, distorsionados, para escribir el español. Estos mercaderes pierden de vista que los teclados para el idioma español sirven indistintamente para escribir ambos idiomas: inglés y español, pero no a la inversa. Sencillamente, no les importa. Peor aun, lo hacen porque hemos estado dispuestos a comprar lo que nos venden, sin chistar. Y si, de paso, para ellos esto refuerza la mentalidad de que todo lo estadounidense es mejor, incluido el idioma inglés, pues bienvenido sea este beneficio marginal.
Considero enteramente irracional que viviendo en un país hispanohablante tengamos que utilizar teclados que, para escribir la eñe, acentuar una vocal o utilizar el signo inicial de interrogación, haya que utilizar una combinación de teclas o los llamados “macros”. A esto debemos añadir el riesgo de desconcentración que existe cuando buscamos la combinación precisa de teclas para intercalar los signos ortográficos correctos. Esto no siempre fue así. Recuérdese la escritura en los tiempos de la maquinilla. La última que tuve, una IBM Selectric II, azul, tenía un despliegue completo de eñes, acentos, diéresis y signos de interrogación y exclamación que nos hacían la vida más fácil a la hora de escribir español. Y a ningún vendedor se le habría ocurrido ofrecernos una maquinilla con teclado en inglés.
Es escandaloso que no se haya exigido este respeto mínimo por nuestro idioma en las oficinas públicas ni siquiera durante las administraciones gubernamentales del partido que ha defendido por ley el español (¿recuerdan el Premio Príncipe de Asturias?). Las agencias de la Rama Ejecutiva han sido indiferentes al asunto, por no afirmar que se ha tratado de otra cruda manifestación de la mentalidad del colonizado. La Administración de Servicios Generales, agencia encargada de adquirir las computadoras para la Rama Ejecutiva, no requiere que los teclados sean para el idioma español, como debería ser. Aclaro, sin embargo, que la Rama Judicial sí ha demostrado respeto y aprecio por nuestro idioma al exigir que sus teclados sean en español.
Por otro lado, no se trata de que los fabricantes de computadoras no fabriquen o no vendan los teclados en español. Una de las compañías más conocida de venta de computadoras por el Internet ofrece cualquiera de ambos teclados por el mismo precio. ¿Por qué, entonces, no hace lo mismo cuando vende sus computadoras en las tiendas de la Isla? Además, cuando uno visita un país de habla hispana nota de inmediato que allí se venden todas las marcas de computadoras que se venden en Puerto Rico, y todas con teclado en español.
Pienso que, como pueblo, no hemos sido capaces de correlacionar el idioma de los teclados y la defensa de nuestro vernáculo. Enfrentados a la falta de la tecla del acento, muchas veces tomamos el atrecho de no acentuar, por ejemplo, una mayúscula inicial que debería estarlo. Es la regla del menor esfuerzo. Y no nos detenemos a pensar que cuando omitimos un acento o un signo ortográfico inicial porque estos no aparecen en el teclado de nuestra computadora, lo que resulta es un español viciado, corrompido, irreconocible. Con esto le asestamos un golpe inmerecido a nuestra lengua materna, a uno de los pilares de nuestra identidad como nación. Creo que nos estamos acostumbrando peligrosamente a la ausencia física de los signos idiosincrásicos del idioma español de nuestros teclados sin que ello nos provoque la más mínima reacción, y sin que nos interpele de modo alguno.
Un triunfo imprevisto de los tecnócratas.

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