Desde que Donald Trump resultó electo, algunos psicólogos y psiquiatras de todo
el mundo se han dedicado a diagnosticar sus perturbaciones narcisistas. De
seguro, la naturaleza de sus alucinaciones han representado un gran reto para hacer
un dictamen pericial preciso y habrá quien estime que el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (dsm-5) es insuficiente para comprender
cabalmente el comportamiento errático del magnate venido a presidente de
Estados Unidos.
Admito que no soy psicólogo
ni he leído el manual dsm-5. Pero,
por una de esas casualidades de la vida, acabo de leer una noticia y ver un
video provenientes de Chennai (anteriormente Madrás), India, que contiene una
posible explicación para la conducta errática del presidente Trump. Una mujer
de 42 años que llegó a su hogar luego de un día agotador de trabajo, se recostó
a descansar, cuando, de repente, sintió como si algún insecto le hubiese
entrado por su nariz y comenzó a sentir una extraña sensación de hormigueo.
Acudió al hospital y tras una endoscopía nasal, el otorrino descubrió que,
situada en la base del cráneo, cerca del cerebro y entre los ojos, la mujer
tenía ¡una cucaracha viva!
Luego del «¡Agh!» inicial, no
tuve otra que recapacitar: ¡Por fin veía resuelto el enigma del presidente
Trump que trae locos a psicólogos y psiquiatras!
Llevo dos horas llamando, sin éxito, al
cuadro de la Casa Blanca para sugerirle a alguno de los ayudantes del
Presidente que lo lleven al Hospital Walter Reed para que le hagan una
endoscopía nasal. A lo mejor, en su caso, encuentran más de una.
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